Las últimas noticias que muestran los problemas financieros y de orientación estratégica del grupo Electricite de France (EDF) se han conocido esta semana con la dimisión del hasta ahora director financiero Thomas Piquemal. Detrás de esta decisión parecen estar las dudas sobre la viabilidad del proyecto de construcción de dos reactores nucleares en Hinkley Point (Reino Unido) que requieren una inversión de 23.000 millones de euros.
La empresa francesa tendrá si el plan sigue adelante una participación del 65%, frente al 40% inicialmente previsto. Será la primera planta nuclear que se instalará en Reino Unido desde hace más de dos décadas y contará con la colaboración de China General Nuclear Power Corporation (CGN). El proyecto, que fue ratificado en la última reunión de los mandatarios de los dos países, David Cameron y François Hollande, se enfrenta además a la contestación social por los efectos medioambientales.
Si bien ese solo uno de los capítulos de la crisis del grupo que tiene en marcha la supresión de 3.350 puestos de trabajo en Francia en los próximos tres años sin recurrir a despidos, cifra equivalente al 5 % de sus 67.000 empleados. Con la filiales la plantilla se eleva a 158.000 personas. Para explicar esta medida la compañía ha admitido que se mueve en un contexto desfavorable tanto en Francia como en otros países europeos.
La citada trayectoria se ha reflejado también en los resultados: la eléctrica francesa obtuvo en 2015 un beneficio neto atribuido de 1.187 millones de euros, lo que representa una caída del 67,9% en comparación con el resultado del año anterior. Como consecuencia ha reducido un 12% el dividendo anual, hasta 1,10 euros por acción. La deuda financiera neta cerró el ejercicio en 37.400 millones de euros, un 9,3% más que al cierre del ejercicio anterior.
Pese a que EDF ha confirmado que extenderá la vida de cuatro de sus centrales nucleares en el Reino Unido, tras realizar análisis técnicos y de seguridad, los inversores siguen mirando con recelo la compañía, que tuvo que abandonar el CAC (índice selectivo de la Bolsa francesa) en diciembre. En el año pierde un 24% de su capitalización bursátil, y mientras que cotizaba a 28 euros por acción hace doces meses ahora sus títulos valen 10 euros.
La desconfianza del mercado se basa en gran parte, según los analistas, en la elevada exposición del grupo a las centrales nucleares, y que no se está adaptando a las nuevas energías.
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