Altamira: correcta pero sin chispa

01/04/2016

María Martín. El descubrimiento de las Cuevas de Altamira forma parte del acervo cultural español. Pocos no conocen la historia de cómo María Sautuola, una niña de 9 años, se internó en lo más profundo de una cueva mientras acompañaba a su padre, Marcelino, un aficionado a la arqueología en su búsqueda de restos prehistóricos.

alta1Pero si bien todos sabemos gracias a quién generaciones y generaciones han podido disfrutar de los bisontes pintados más famosos, lo cierto es que lo que ocurrió después es una historia mucho menos aireada. Y es esta precisamente sobre la que arroja luz Altamira, la última película de Hugh Hudson (Carros de fuego) con guión de Olivia Hetreed (La joven de la perla, Cumbres borrascosas) y José Luis López-Linares (director de fotografía de Calle 54 o La celestina en su segundo trabajo como guionista).

El film nos traslada a Cantabria, en el año 1879, y nos presenta a unos protagonistas enamorados de la arqueología y de la búsqueda de los orígenes del ser humano que, por casualidad, se convierten en los artífices de uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la Historia. Y como la sociedad, católica, rígida y despiadada, se vuelve contra ellos al considerarlo un ataque a la verdad de la Biblia. La humillación, el desprecio y la lucha de Marcelino Sautuola son el leitmotiv de esta superproducción que, si por algo destaca, es por la interpretación de Antonio Banderas y la recreación de una época que a veces no parece tan lejana.

alta2Hudson firma en su regreso tras 15 años apartado de la dirección (excluyendo documentales) una película correcta, sin grandes alardes de autor, que, sin embargo pierde fuelle en determinados momentos por fragmentos del guion que parecen más metidos con calzador que una evolución natural de los personajes. Entre ellos destacan el intento de añadir dramatismo con la sugerencia de un triángulo amoroso, que no aporta nada ni tiene relevancia alguna para el desarrollo de los acontecimientos, los momentos oníricos de los bisontes cobrando vida (que en ocasiones nos hacen plantearnos la salud mental de la pequeña María) o las artimañas de un irreconocible Rupert Everett por hacerse con el favor de Conchita (interpretada por la iraní Golshifteh Farahani).

 

No es Altamira, a pesar de ello, una película fallida, pero sí quizá demasiado plana en su desarrollo. Y tremendamente exitosa como retrato de un sociedad y un momento histórico que supuso un enfrentamiento entre lo universalmente aceptado hasta entonces y las evidencias de la Ciencia. Acudan, eso sí, a verla doblada, ya que la mezcla de acentos presentes en su versión original no le hace ningún favor.

 

Ver el tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=CC3KCASQQXI

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