Panamá y la silla vacía

19/04/2016

Luis Díez.

Si el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy accediera a someterse al control parlamentario, tendría la oportunidad de aclarar la vergonzante y atropellada dimisión del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, después de sorprenderse dos veces de su propia firma en los “papeles de Panamá” y de la existencia de una isla inglesa, llamada Jersey, en el Canal de La Mancha. Pero el Gobierno insiste y persiste en no dar explicaciones al Parlamento. El argumento de que está en funciones le sirve para esquivar la crítica, el reproche y la censura política por la falta de probidad.

De este modo, la utilidad del pleno del martes, 19 de abril, penúltimo de la legislatura más corta de la democracia, se ha reducido de antemano a la protesta de los portavoces de todos los grupos, menos el PP, por la política de silla vacía del Ejecutivo. Decía Henry Thoreau a mediados del siglo XIX que el mejor gobierno es el que menos gobierna. Thoreau, considerado el padre de la desobediencia civil, se negó a pagar impuestos en protesta por la esclavitud y la guerra contra México, y fue encarcelado por eso, algo que todavía hoy en España resultaría sorprendente.

La política de silla vacía del Gobierno en funciones ha permitido al ministro de Defensa, Pedro Morenés, eludir las explicaciones sobre la misión de vigilancia de la Armada española de las costas de las islas griegas en el mar Egeo ante la avalancha de refugiados de Siria y de otros países en guerra. Tampoco la ministra de Fomento, Ana Pastor, ha querido hablar de la situación ferroviaria en Cataluña. Y la de Agricultura, Isabel García Tejerina, se ha ahorrado las explicaciones sobre los contratos amañados en la empresa pública de aguas del Mediterráneo, Acuamed.

Pero decía que el asunto de mayor calado político son los papeles de Panamá. El PP quiere evitar a toda costa que los demás grupos arrastren a Rajoy a dar explicaciones al Congreso sobre la dimisión del ministro Soria. La oposición solicita su comparecencia la próxima semana (última de abril) para obtener el consabido rédito electoral del rechazo ciudadano a la corrupción rampante y repugnante. Lógico. Después del famoso lema: “España, capital Suiza”, habrá que corregir los textos de Geografía para decir: “Y al oeste, Panamá”.

Rajoy podría dar cumplidas y exactas explicaciones de lo que ocurre en Panamá o, por lo menos, enviar al ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, a contar lo que sabe. Hace poco más de un año Montoro respondía por escrito al entonces diputado de IU Gaspar Llamazares diciéndole que en el último lustro Panamá había perdido su condición de “paraiso fiscal”, y enumerando además la lista de otros países que habían dejado de ser opacos: Andorra, Malta, Luxemburgo, Aruba, Antillas Neerlandesas, Chipre, los Emiratos Árabes Unidos y la Republica de Singapur.

Añadía Montoro que el Gobierno emprendió en 2014 dos líneas básicas de actuación respecto a los paraísos fiscales: “La verificación de la tributación de las operaciones realizadas con personas o entidades residentes para garantizar que se ajustan a las limitaciones y reglas especiales previstas por nuestra normativa tributaria y, en segundo lugar, el control sobre personas o entidades que localizan de manera ficticia su residencia fiscal en otros países, sobre todo en territorios de baja tributación, con el propósito de eludir el pago de impuestos en España”.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel García Margallo, manifestaba el lunes en una entrevista que lo importante no es si un ministro puede tener sociedades en un paraíso fiscal, sino, “cuando hablamos de actividades privadas antes de ejercer un cargo público, si se han declarado todos los rendimientos obtenidos fuera y se han pagado los impuestos correspondientes en su totalidad”. Acusatio nom petita, etcétera.

Así las cosas, ¿qué problema tendría Rajoy en aclarar la dimisión se Soria? Aunque de antemano sabemos que la constitución de sociedades en países que, siguiendo el modelo mercantil británico, ocultan la identidad de sus titulares y testaferros y sirve para burlar impuestos y ocultar la procedencia de los capitales que manejan, el jefe del Gobierno en funciones tendría fácil defensa diciendo que él no inventó el sistema, y, en línea con Montoro, que lo combate con todos los efectivos nacionales e internacionales a su alcance.

Lo que pasa es que Rajoy y los suyos no quieren más bulla sobre el asunto panameño. Su consigna es: “Panamá no existe”, o, si lo prefieren: “Fuera ese Panamá de la cabeza”. Aunque faltan dos meses para los comicios y el presidente opine que sesenta días son mucho tiempo en política, será difícil que habite el olvido porque la inauguración de la ampliación del Canal, obra de una empresa española, coincide, por paradojas de la vida, con las elecciones del 26 de junio.

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