‘Big Boy’: Del cine al ‘off’

29/04/2016

Luis M. del Amo. Un interesante ejercicio de estilo bucea en la esencia de cine y teatro.

bigboy intRecién estrenada en la Sala Off del Teatro Lara, ‘Big Boy’, una de las obras finalistas del concurso madrileño ‘Festival Talent’ en 2014, narra la historia de dos jóvenes irlandeses, emigrados a América, dispuestos a ganar una vida mejor. Con este argumento, la compañía Guantuguán utiliza tan solo el trabajo de dos actores para, con recursos del cine, representar la epopeya de sus dos protagonistas.

‘Big boy’, un ejemplo más del bullente panorama que presenta la llamada escena ‘off’ de pequeñas salas, trata de suplir la falta de medios con imaginación. En este caso, y en línea con la inspiradísima ‘Las princesas del Pacífico’, donde el público debe imaginar a los distintos personajes que se cruzan con sus protagonistas, el montaje del Lara se vale solo de dos actores que, y ahí está la diferencia, deben componer al casi centenar de roles que aparecen en el transcurso de la obra.

No es este un empeño fácil.  Sin embargo, sus protagonistas, José Luis Montiel y Mario Ruz, salen victoriosos del reto. Y logran componer el fresco de personajes y situaciones que ‘Big Boy’ toma prestados del cine, y que incluye diferentes recursos estilísticos, desde las elipsis hasta los ralentizados y sobre todo, una estructura – en capítulos – más propia de la ficción novelesca o cinematográfica.

Montiel y Ruz luchan por sacar adelante este colosal empeño. Y lo logran, con momentos especialmente inspirados como un bellísimo final, que resulta sin embargo malogrado por una coda que, si bien lógica desde el punto de vista narrativo, no acaba de cumplir con la deseable función de ‘telón lento’ que hubiera preparado al público de manera más satisfactoria para la ovación final que merecen sus actores.

No es este sin embargo el mayor problema de ‘Big Boy’. Y es que a pesar del esforzado trabajo de los actores, y de la interesante puesta en escena, que hurga en la sustancia, tanto del teatro como del cine, la falta de emoción lastra la obra, y limita su vuelo, con lo que al final el montaje se queda en un interesante ejercicio de estilo.

Recomendable.

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