Si hay algo que me guste en este mundo son los dulces, las sonrisas y los escaparates. Pensaréis en lo dispares que son mis gustos. Pues sí, lo reconozco. Y pocas veces puedo disfrutar de las tres cosas a la vez.

La semana de Pascua es una de esos momentos mágicos en la que mis sueños se hacen realidad. Todas las tardes me siento a tomar un café en una de nuestras Pastelerías Mallorca y siempre elijo la misma mesa desde la que veo a la gente pasar. Veo a ancianos a un paso muy lento, a niños jugando con sus cuidadoras, a reducidos grupos de adolescentes que no paran de hablar, a mujeres y hombres de negocio que caminan muy rápido, a amas de casa que se han tomado la tarde libre, a parejas discutiendo disimuladamente… Y casi todos, aunque especialmente los niños, se paran en nuestros escaparates. Noto cómo se les hace la boca agua cuando ven nuestros huevos de Pascua de todos los colores, formas y tamaños, cómo abren los ojos de par en par, cómo sonríen, cómo disfrutan!¡¡¡

Unos entran inmediatamente a comprar el que más les ha gustado, otros no… simplemente lo contemplan y se van.  Pero todos sonríen y eso, sinceramente, es el mejor placer y orgullo que siento cuando llega el tiempo de Pascua.

Feliz Pascua