Él decidirá cuándo divorciarnos

20/05/2016

Carmen Duerto.

índice“He luchado muchos años por un matrimonio y una familia. Aquí hay una empresa que se llama familia, con dos socios; Javier y Mar. Yo he luchado por esta empresa pero uno de los dos socios ha decidido marcharse de la empresa, pero yo sigo adelante con la empresa, que es mi familia”. Después de esto y un par de frases más en las que hace recaer la responsabilidad del cese de la convivencia a su todavía marido, añade “de momento estamos separados, este paso de separarnos lo ha tomado Javier y él decidirá cuándo presentar la demanda de divorcio”. Mar, asegura que no habla como una mujer despechada que acaba de ser abandonada “no me siento así”. La empresa Flores & Merino se asocia brevemente en 1995, pero no llegan a constituirse como empresa hasta cuatro años más tarde. En 1999 retoman la sociedad y en 2001 deciden crear una empresa que firman con una boda en el Cortijo sevillano Torre de la Reina. Y como una reina vive dieciocho años Mar Flores, con su pequeña corte de cinco hijos, cuatro de Javier y uno con Carlo Constanza. Ella dice que ahora no está enamorada pero sí tranquila y que acudir con su aún marido a un evento familiar puntual, está motivado porque son humanos civilizados. En esa civilización no entran nuevas parejas, de momento “No tengo ganas de tener un plan sentimental nuevo y aunque quisiera saldría huyendo. El último novio que me han adjudicado era con un señor al que no conocía de nada que le había pedido que me desaparcase el coche. Pobre hombre”.

Algunas de sus contestaciones, dichas en tono bajo y vocalizando con parsimonia, parecen estar destinadas a su ex socio de empresa; “Mi relación con Javier es correcta y es tal como él ha dicho”. “Para estar en este mundo tantos años, hay que tener mucho aguante”. “Yo mi vida la tengo muy hecha”, “Siempre he vivido de mi trabajo y he estado muy centrada en mi vida familiar”. “Estoy bien, fuerte, serena y tranquila porque tengo cosas importantes en mi vida, como mis hijos y mis amigos, que me ayudan a estarlo”. Ella ha delegado en su marido las explicaciones “Él se ha encargado de contarlo y a mí me parece perfecto, pero desde entonces tengo siete paparazzis en mi puerta. Estar en el candelero lo llevo fatal pero lo peor es no poder ir a recoger a mis hijos al colegio porque no paran de hacernos fotos”.

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