Caza a la espía

29/10/2010

Sara Sequeiro. El próximo cinco de noviembre se estrena en España, Caza a la Espía, un thriller dirigido por Doug Liman ( “El caso Bourne”, “Sr y Sra Smith”) y protagonizado por la actriz nominada al Oscar Naomi Watts y el oscarizado Sean Penn.

Como oficial secreta de la División de Anti-proliferación de la CIA,  Valerie Plame (Naomi Watts) dirige una investigación sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq. Su marido, el diplomático Joe Wilson (Sean Penn), se ve arrastrado a la investigación para confirmar una supuesta venta de uranio enriquecido por parte de Níger. Pero cuando la administración de la Casa Blanca ignora sus conclusiones y utiliza el tema para respaldar la entrada de Estados Unidos a la guerra de Iraq, Joe escribe un editorial en el New York Times explicando sus conclusiones e iniciando una encendida polémica.

Poco después, el estatus de agente secreto de Valerie es revelado por un periodista de alto nivel de Washington. Con su identidad al descubierto y sus contactos en el extranjero en peligro, Valerie se ve empujada a una situación límite al ver como su carrera y su vida privada se desmoronan. Tras años de servicio al gobierno, Valerie – una madre, esposa y agente de campo con un expediente impecable –deberá luchar para sacar a la luz  la verdad y salvar así su reputación, su carrera y su familia.

Está claro que Bush y Hollywood no se llevan bien, y que todo lo que suponga atacar al poder político o a aquellos que tejen los hilos del destino del mundo, siempre es una apuesta segura para conseguir espectadores en las salas de cine, pero el tema ya empieza a ser demasiado recurrente

En Caza a la Espía, título no muy afortunado dicho sea de paso, vuelven a la carga, por si a alguno se nos había olvidado lo malo que es Bush, y que en Iraq no había armas de destrucción masiva, y atacan de nuevo a la Casa Blanca presentándolos como el eje del mal, terroristas con corbata y trajes de miles de dólares.

La película gana cierto peso en las apariciones de Sean Penn, al que ya se le van notando los años, aunque se echa de menos algo de su magia. El actor aporta al film esa seriedad que parece estar buscando desde el principio.

Basándose en hechos reales, resulta muy sorprendente la carencia de matices de los personajes. Naomi Watts que, aunque trabaja bien, no deja a nadie asombrado si no es por su belleza, interpreta el papel de la mujer perfecta, la madre maravillosa, la esposa atenta y la implacable espía, sin errores,  como si en vez de estar interpretando la vida de una mujer real, estuviese interpretando la de una superheroína. Y es una pena, porque precisamente si algo hay que destacar de esta película es la forma en la que presenta el mundo del espionaje: huyendo de los tópicos, descartando el “glamour” de James Bond o la espectacularidad de El caso Bourne, y acercándose  a un mundo del espionaje más parecido al dibujado por Graham Greene, en el que cuenta más la inteligencia del espía que su fuerza o los avances técnicos de su agencia.

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