Todo comenzó cuando un capitán de otro siglo elevó un trofeo hacia el cielo. Y luego, el ritual se repetiría por dos, tres, cuatro… y así hasta once veces. Tu copa, la mía, la de nuestros padres, la de nuestros antepasados… La épica blanca como síntoma y como consecuencia.
Pero, ¿qué es la épica? Son las hazañas que enmascaran la mediocridad imperante. La concatenación de actuaciones legendarias. La asombrosa capacidad de agitar el ánimo de una sociedad dispersa bajo un ideario común. Una forma de inmortalidad. La huella de los elegidos. La religión de espíritus combativos. La rúbrica de los virtuosos. Una expresión mitológica. Capturar el delirio efímero. Plasmar la inspiración del éxtasis. Esa orgía del heroísmo. La expresión tangible de quimeras colectivas. Sus secuelas se perciben cual clímax lírico, como la eclosión de emociones desde lo más recóndito de la visceralidad humana.

Carmela Díaz
¿Qué es el fútbol? Desde donde me alcanza la memoria, el arte del balompié trascendió la categoría deportiva para conquistar el trono del olimpo popular. Es la ciega adoración a un escudo. La codicia insaciable por el triunfo. La comunión entre las masas. El júbilo del vulgo. La esperanza permanente. Sumergirse en un océano de ilusión. Un estallido de felicidad postiza. Abrazar a desconocidos como si fuesen el amante pródigo. La hermandad de los colores. La unión sin fisuras. El orgullo nacional. Un credo sin agnósticos. La gran metáfora de la sociedad contemporánea. La estrategia bélica de la era cibernética. Seguir adelante cuando la adversidad acecha. La representación visual de identidades. Ese concepto carente de racionalidad, pero que inflama pasiones universales.
El fútbol necesita de la épica para nutrir su esplendor. La épica exige triunfadores y vencidos para engrandecer su magnanimidad. Tras la resaca de la batalla que ha coronado por undécima vez al emperador de Europa, la capital de España despierta dividida. Conviven la gloria de los guerreros que alcanzaron su memorable destino con las lágrimas del adversario, que pese a combatir bravo y aguerrido, pereció en el combate milanés. El drama de los once metros. Una rivalidad fraternal que el derrotado aceptará sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano.
El equipo más laureado del mundo agiganta su leyenda. El Real Madrid tiene en sus genes ese don, solo al alcance de los titanes, que los mortales denominamos épica. Sabe competir. Gana las finales. Porque rubricando epopeyas es donde el equipo blanco encuentra su esencia, su razón de ser. Porque nadie resiste sus ganas de vencer. La Undécima fusiona al histórico club con su tradición genuina: la victoria. Si sale el Madrid a luchar, sale el Madrid a ganar.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.