Estamos en la recta final de campaña y si nos creemos los mensajes de los políticos todo apunta a unas nuevas elecciones.
No soy adivino pero si nos creemos las encuestas –y algo de razón deben tener cuando todas coinciden- todo apunta que el PP obtendrá una victoria pírrica. Será la minoría mayoritaria pero con escasas posibilidades de formar gobierno. Tiene el inconveniente que ha pisado demasiados callos, ha sido muy prepotente, ha hecho mucha sangre y las sospechas de que es un partido infectado por la corrupción están muy extendidas. Son unos apestados y nadie quiere pactar con ellos. Matizo, sólo Ciudadanos abre una puerta a darles su apoyo siempre que cambien a su aspirante a presidente. Aún así los números no salen, máxime cuando por activa y por pasiva los socialistas le han negado cualquier posibilidad de que prospere una investidura del candidato de este partido.
El revés que sufran en las urnas los socialistas puede ser histórico y no es descartable que Pedro Sánchez dimita la misma noche electoral, sin embargo tienen la llave de la gobernabilidad que pueden haber malbaratado durante la campaña de líneas rojas y vetos. No han desvelado si su opción es un gobierno progresista con Podemos o preferirían pactar con el bloque de la derecha, lo que sí ha aflorado es el ruido de sables internos y las ganas de algunos sectores de pasar factura el día después. Si mantienen su actitud de no dar su apoyo ni a unos ni a otros el sainete de repetir las elecciones parece asegurado.
El tercero en liza, Unidos Podemos, sí que se abre a negociar e incluso asegura que se sentará en la mesa sin poner líneas rojas ni vetos, pero todo los consideran tan apestados como a los populares (aunque por motivos radicalmente diferentes) y, especialmente los socialistas quienes temen que un pacto con ellos les pueda representar el abrazo del oso.
Ciudadanos, por su parte, es el invitado de piedra y no parece que sus votos sirvan para decantar la balanza en un sentido o en otro, al igual que las minorías catalanas y vascas.
Con este retrato es fácil interpretar que todo el mundo esté más pendiente de sus particulares guerras e intereses aunque todos se llenen la boca de palabras como patriotismo o gobernabilidad. De alguna manera quieren ignorar que las elecciones son un ejercio en el cual los ciudadanos ofrecen un mapa político con el mandato de que los elegidos articulen mayorías que permitan la gobernabilidad del país. Es su oficio y ya es conocido que la política hace extraños compañeros de cama y que los políticos están para resolver los problemas, no para crearlos. Sin embargo parece que el mensaje en la que coinciden todos los políticos es en responsabilizar a los ciudadanos de la actual situación y les avisan que no se equivoquen a votar.
El resultado puede ser que cada uno con sus vetos y líneas rojas al final la casa vuelva a quedar sin barrer y nuestros votos, otra vez, no servirán para nada.
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