El pacto de los sillones (y las perras)

20/07/2016

Luis Díez.

 

La duodécima legislatura de la democracia comenzó el martes con los mejores augurios para Mariano Rajoy y el PP. Con un poco de esfuerzo podrán seguir gobernando el país sin perjudicar mucho a los banqueros, inversores, empresarios y todos esos estamentos tradicionales (Iglesia, Mar y Casa Real) encapsulados en el término “derecha”. La elección de la Presidencia y de la Mesa del Congreso puso de manifiesto el triunfo del centro-derecha sobre la izquierda, tal como determinaron las urnas el 26 de junio, y reveló otra cosa: que el PP y C’s pueden gobernar, si quieren, sin necesidad de seguir reclamando la abstención del PSOE para investir a Rajoy, pues con que se abstengan los nacionalistas vascos y catalanes de derechas, el PNV y la CDC (ahora Partido Demócrata de Cataluña, PDC), ya tienen mayoría de sobra en la segunda votación de la sesión fijada para el 2 de agosto.

De la presidencia del Poder Legislativo destaca el dato de que Rajoy ha colocado a la esposa de su amigo de Pontevedra e irreprochable ministra Ana Pastor. Es una mujer trabajadora y eficiente que conoce bien el Congreso y ya formó parte de la Mesa de la Cámara en las legislaturas de Zapatero. Para elevarla a tan alta magistratura ha sacrificado a Jesús Posada, no menos eficiente y valioso, al que le habría gustado seguir moderando los debates con la flexibilidad y el buen tino que demostró en la penúltima legislatura, antes de ceder el testigo al socialista Patxi López. Rajoy ha seguido el manual tradicional del político en cuarto menguante: cuando no puedas favorecer a la mayoría, favorece a la minoría. Y cuando ya no puedas beneficiar a la minoría, favorece por lo menos a tus amigos y familiares. En este caso, los del llamado “clan de Pontevedra”.

Pero la elección de la Mesa del Congreso ofrece una lectura política muy amena y significativa, primero porque el PP y C’s han sumado sus votos sin mayor dificultad para elegir a la presidenta Pastor por 169 papeletas frente a las 155 que obtuvo Patxi López con la adición de los 85 del PSOE y los 71 de UP (Se registró una ausencia). Y segundo porque en la votación para elegir a los cuatro vicepresidentes, en función de los votos de cada uno, los nacionalistas catalanes del PDC sumaron sus 9 votos a la conjunción del centro derecha. En efecto, si todos los nacionalistas (25 diputados) votaron en blanco en la elección presidencial, los de Artur Mas y Francesc Homs se decantaron por la derecha a la hora de elegir a los vicepresidentes. Cada diputado escribe un nombre como vicepresidente y salieron por este orden del primero al cuarto: Ignacio Prendes, de C’s, con 96 votos; Micaela Navarro, del PSOE, con 85 votos; Rosa Romero, del PP, con 83 votos y Gloria Elizo, de Unidos Podemos (UP), con 71 votos. Si observamos la suma de 96 votos de Prendes y 83 de Romero vemos que el resultado es 179 y desborda el pacto PP-C’s, que sumaba 169. Los 10 votos añadidos son aritméticamente hablando de Coalición Canaria (uno) y del PDC.

Si la política no admite entidades abstractas, queda claro que el PP y CDC están negociando y no es casual que la Fiscalía del Estado –esa que, según las grabaciones al ministro del Interior y otrora muñidor del deterioro de los dirigentes de CDC, comenzando por los Pujol (padre e hijo), Jorge Fernández Díaz, sirve para “maquillar” imputaciones contra los enemigos políticos– rebajara, unas horas antes, la petición de cárcel para Mas por su responsabilidad en la realización de la consulta de 2014 sobre la independencia de Cataluña. La tesis de que el partido refundado de Mas podrá tener grupo parlamentario propio aunque no haya alcanzado el 15% de los votos que exige el Reglamento fue tinta de calamar para oscurecer el trato.

A la sombra del madroño del patio del Congreso (regalo de Gallardón cuando era alcalde de Madrid) pude oír al socialista andaluz Antonio Prada preguntarse con qué argumento puede pedirles Rajoy la abstención para salir investido sin mayor dificultad. “Cuando les interesa se ponen de acuerdo sin ningún problema”, afirmaba. “Rajoy tiene mimbres suficientes para tejer el pacto con C’s y el PDC”, añadía, reiterando el “no” del PSOE. Y si no mimbres, sillones, que es de lo que se trata. Para propiciar el paso de C’s desde la abstención al “sí” en la investidura solo tiene que ofrecer a Albert Rivera un gobierno de coalición, algo que, de momento, no ha hecho. Con ello sumaría 170 votos (incluido el de Coalición Canaria) Y con la abstención de los 9 catalanes y los 5 del PNV, tendría la mayoría deseada. En ello están, con Soraya Sáenz de Santamaría de oficiante y Cristobal Montoro echando cuentas sobre el nuevo sistema de financiación autonómico.

El pacto de las perras y los sillones está en marcha. Otra cosa es que, abundando en tinta de calamares y cortinas de humo para esconder el bulto vayan diciendo que Rajoy, que será el último en ser llamado por el Rey, le preguntará a Felipe VI el preparado qué le han dicho los demás y en función de eso decidirá si acepta o no el encargo de someterse a la investidura. O sea.

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