Está visto que no es posible estar tranquilos. Cuando no es una cosa es otra y cuando no son varias, pero ya nos vamos acostumbrando a que los índices americanos amenacen con descender a los infiernos y luego recuperen de forma espectacular.

En el caso de la jornada de hoy, el factor riesgo ha estado agravado por la caída del Nasdaq, muy superior al de los valores del Nyse. Las tecnológicas no andan finas y en el día de hoy las biotecnológicas, que en los últimos tiempos tiraban hacia arriba como demonios, han vivido un día de los malos, con lo que se han juntado el hambre y las ganas de comer.

Total, que están jugando con fuego y han elegido un momento especialmente crítico, el del arranque del impulso. Las tecnológicas no chutan y las petroleras se dedican a corregir como consecuencia de que el petróleo está bajando. Y para echarle más leña al fuego, seguimos sin acuerdo sobre el techo de deuda y cada día falta menos para el temido 16 de mayo, la fecha en la que el Tesoro calcula que se llegará al tope.

Eso sí, el fondo del mercado sigue alcista, increíblemente. El Dow Jones sigue recuperando lo que sea necesario y comandando las operaciones. Hoy ha cerrado en tablas dejando el indicador en positivo por milésimas (+0,0%). Sin embargo, el S&P 500 no llegó a tanto y perdió un 0,34% que deja mejor sabor de boca que el 0,8% que llegó a dejarse a media sesión. El peor, ya se ha dicho, fue el Nasdaq Composite, que retrocedió un 0,78% y que dió muestras debilidad incluso cuando se puso a recuperar. Me preocupa esta debilidad del Nasdaq porque suele ser un buen aliado en los impulsos y Wall Street no acostumbra a tenerle de lastre.