CCOO afirma que Inditex no recurre al brutal ‘sumangali’ en La India

05/09/2016

Luis M. del Amo. El sindicato cifra en 250.000 el número de niñas víctimas de esta explotación laboral.

Mujeres, en un transporte típico (foto: CCOO).

Mujeres, en un transporte típico (foto: CCOO).

Son los más pobres entre los pobres. Cientos de miles de niñas, la mayoría procedentes de la casta de los ‘dalits’, los parias o intocables, se ven arrastradas sin remedio a trabajar bajo el Sumangali: un brutal régimen laboral que aún pervive en Tamil Nadu, al sur de La India. Allí, en los talleres de hilaturas, las niñas son sometidas a larguísimas jornadas. Tres años de hacinamiento, abusos y semiesclavitud, que no acabarán en tanto no logren reunir una dote con que casarse.

Comisiones Obreras (CCOO) ha dado a conocer el informe dedicado a la supervisión de las fábricas de hilado de la región de Tamil Nadu, al sur de La India. La central, que pone de manifiesto que los talleres con los que trabaja Inditex – la multinacional española matriz de Zara – “no aplican el Sumangali”.

El informe relata el penar de 250.000 jóvenes que son explotadas bajo el yugo del Sumangali. Esta práctica afecta a un cuarto de millón de personas, la mayoría procedentes de la casta de los ‘dalits’. En total se calcula que hay en La India 12,6 millones de niños y niñas explotados laboralmente, aunque otras fuentes elevan esa cifra a 60 millones, relata Victor Garrido, miembros de CCOO y coordinador del Acuerdo marco global de IndustriALL Global Union, una alianza sindical en la cual está integrada la central española.

El Sumangali es una de las prácticas de explotación laboral más “aberrantes y brutales”, afirma. Niñas de menos de 16 años se agotan diariamente en jornadas de 12 y 14 horas de trabajo. Su meta es conseguir suficiente dinero para conformar una dote con la cual casarse. Les llevará tres años. Aunque se sabe que un 60% no terminan el período, marcado por el trabajo agotador, sin descanso semanal, y pernoctando en dormitorios situados junto a las mismas fábricas.

La historia de estas adolescentes que trabajan de sol a sol para acumular durante tres años el dinero que les servirá como dote para poder casarse ha impactado a Garrido, recién llegado de La India. Enviado para supervisar la labor de la multinacional española Inditex en la India, el informe de Garrido constata que los talleres con los que trabaja la multinacional española “no aplican el Sumangali”.

Inditex, que tiene en La India 134 proveedores que emplean, no exclusivamente, a 130.000 trabajadores en 329 fábricas, participa en el llamado BEWG. Este programa, emprendido por 54 marcas textiles, pretende abordar los problemas de las cadenas de suministro en los países más pobres. Controla fábricas, mantiene contacto con las comunidades locales y aconseja al Gobierno en relación a este asunto.

La matriz de Zara inicio en 2009 un plan de trabajo específico tras detectar problemas en su cadena de producción. Este programa pretende erradicar el trabajo forzoso y la explotación infantil, y prevenir y combatir el acoso sexual, entre otros objetivos.

Esclavas con 12 años

La explotación a través del Sumangali afecta sobre todo a las niñas de de Tamil Nadu, una región al sur de La India especializada en la hilatura de textiles. Las niñas, procedentes en su mayoría de la casta de los ‘dalits’, los ‘parias’ o ‘intocables’, son captadas entre los 14 y los 16 años, aunque también se dan casos de 12 años.

La duración del trabajo para poder cobrar la ‘dote’ – una parte del salario que les retiene el empresario – es de tres años. Por su trabajo perciben unos salarios ínfimos por los que pueden llegar a descontarles 20 euros por comida y vivienda en los hostales de las fábricas, donde se hacinan el literas de 6 a 10 personas por habitación, en instalaciones aisladas de los núcleos urbanos y con escasas salidas autorizadas, en algunos casos ninguna, detalla el informe.

Las niñas reciben directamente una parte del salario durante los meses de trabajo, en torno al 50% del salario de aprendices. El 50% restante, al final del período, lo recibirán los padres a través de unos agentes intermediarios, para abonar la dote para la boda.

Si alguna de las niñas deciden abandonar el trabajo antes de los tres años, se quedan sin cobrar los salarios retenidos por el empresario. Ese es el caso de más de la mitad – un 60% de ellas – que no resisten las malas condiciones de las fábricas, los abusos o que son víctimas de la falta de adaptación.

“No les permiten salir de las fábricas, no hay fines de semana ni festivos, habitualmente no tienen vacaciones, y si las cogen – como máximo 10 días al año – las tienen que compensar al final de los tres años y recuperar esos días”, explican.

Además, no son reconocidas como trabajadoras, ni tienen contrato en algunos casos – en otros se los hacen de aprendices – ni derechos laborales. Tampoco se realizan por ellas pagos a la Seguridad Social, no tienen ningún tipo de protección en caso de accidente, maternidad…

La vida de estas niñas en las fábricas de La India termina en muchos casos en suicidio. Muchas veces ingieren veneno para abortar, explica este informador sobre el terreno. Lo explican por la vergüenza que tendrían en sus villas y con sus familias por los embarazos no deseados, resultado de los continuos abusos por parte de trabajadores y supervisores. En 2015, se produjeron 250 suicidios conocidos, y son ya 50 en los últimos dos meses, relata el informe.

Existen además graves problemas de seguridad y salud en el trabajo por la inhalación del polvo del algodón en suspensión, por accidentes debidos a atrapamientos en máquinas, motivados por la falta de entrenamiento y formación, y por las largas jornadas sin descanso.

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