En 2009 la joyería Grassy, establecida en el centro de Madrid, apostó por una línea de sortijas divertidas, de muchos colores y casi comestibles: las Gominolas. Piezas únicas con un guiño a la infancia, de formas caprichosas, vivos colores y lejos de la ostentación. Las Gominolas se renuevan continuamente, no hay dos sortijas iguales y se van haciendo a la medida y el capricho de las piedras.
Todas las piezas se montan sobre una estructura cuadrada en oro rosa, amarillo o noble en la que se engastan combinaciones de piedra de luna, zafiros y cuarzos de varios colores, calcedonias, amatistas, esmeraldas o diamantes. Las tallas también son diversas: en cabujón, brillante, oval, marquís o sello según cada piedra y cada sortija.
Alejandra Hernández, su diseñadora, se enfrenta a cada una como un nuevo reto. Cada pieza es como un tabula rasa sobre la que pone, quita, juega con los colores y las tallas de las piedras hasta conseguir el equilibrio que busca. La diseñadora recuerda los juegos en el patio del colegio donde se daba forma a la plastilina, se comían caramelos de todos los colores y se imaginaba hasta el infinito. El juego, esta vez de adultos, se transforma en exquisitas sortijas únicas rebosantes de alegría y diversión. Una chuchería joyera al alcance de todos.
Los precios no pueden ser más atractivos. Por ejemplo, la sortija gominola de oro noble y cabujones de esmeralda cuesta 1.115 euros y la de oro rosa que lleva montado una piedra de cuarzo rosa milky y una turmalina ronda los 1.250. Es la mejor forma de atraer a un público que, debido a su poder económico limitado, aún es inédito para la alta joyería.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.