Esta es la Penélope Cruz que me gusta ver por las alfombras rojas del mundo. Aunque, en el caso del estreno mundial de su última película, haya sido una alfombra negra acompañada por un ratón disfrazado de pirata. Nada que ver con esa aparición simbólica en los Oscar como Sra. de Bardem con ese vestido que parecía haber sido elegido por una enamorada infiltrada de su marido que, seguro que muerta de celos y aprovechando su momento personal assistant, le coló esa batita apretada de recibir en casa un viernes por la tarde a la BBQ en las colinas de Los Ángeles.

Muy acertado el estreno mundial de la cuarta entrega de los piratas del Caribe en el parque de atracciones Disneylandia de California. No creo que Penélope llevara al bebé o al menos no sale en las fotos porque los americanos si no das la talla no te dejan subir en las atracciones. Ir para no subir es tontería.

Lo estoy visualizando todos los invitados, llevados por el fragor del momento, subidos en el barco pirata calados hasta los McQueen. Como diría Lomana; «Mojados, cómo me gustan».

La actriz española está maravillosa, elegante y estupenda en su vestido negro con colita y plumas. Chopard, le asiste en los aderezos y no reparan en pedrería de la buena. De ahí que le hayan prestado; «unos pendientes de diamantes talla pera de 10 quilates montados en platino, un brazalete de  diamantes talla esmeralda y redonda también en platino y un anillo con un diamante fancy amarillo de 4 quilates y diamantes», justo lo que se merece Penélope -prometí hace unos días que ya no la llamaría más Pe, ni a su hermana Mo, ni a su hermano Edu- y lo que prometo lo cumplo. Enhorabuena a nuestros actores que triunfan en la que dicen es la Meca del cine.