Trump, el presidente postcrisis

09/11/2016

Maite Vázquez del Río.

Los que se dedican a las estadísticas ya pueden cambiar de profesión. En los últimos tiempos no dan ni una. Veníamos de la sorpresa del Brexit y ahora en Estados Unidos han vuelto a dar la campanada de la sorpresa más sorprendente. Donald Trumpo ha ganado sin matices ni paliativos. Y nada de votaciones ajustadas. Los republicanos se han hecho con la Casa Blanca y el Senado. El empresario más polémico aterrizará en Washington para dirigir la vida del país más poderoso a partir de enero… pese a lo que decían las encuestas.

Los ciudadanos estadounidenses han hablado y han elegido a quien les regalaba los oídos apelando al patriotismo y a promesas que les ofrecían recuperar lo perdido durante la crisis. Y es que han perdido mucho, como en todas partes. Pero Estados Unidos es el país de los contrastes, en el que tan sólo el 2% concentra el poder económico del país, mientras el 82% de la clase media ha visto descender significativamente sus ingresos por culpa de la crisis, y los que eran pobres son hoy mucho más pobles.

Trump, entre escándalo y escándalo por sus palabras xenófobas y machistas, les ha dicho lo que muchos pensaban. Muchos emigrantes le entendían y muchas mujeres le perdonaban y otros muchos le reían las gracias.

Pero su primer discurso ya sabiéndose presidente ha sorprendido. Ha ofrecido su mano tendida a la derrotada Hillary Clinton, ha ofrecido acuerdos a todos los países (las Bolsas de todo el mundo caían sin remilgos ante la sorpresa y su rechazo a lo que las urnas de Estados Unidos habían certificado)… pero sobre todo ha puesto a Estados Unidos, a su pueblo en el centro de sus reivindicaciones. ¿Y eso quién no lo agradece?

Todos los descontos estadounidenses han votado a Trump. Y el nuevo presidente pese a sectores de su propio partido que anunciaron su voto a Hillary antes que a Trump, ha dejado el show y su piel de lobo para aparecer respaldado por su numerosa familia y colaboradores dando la imagen de que no está solo. Y no estaba solo pero pidió más compañía, la de todos los norteamericanos, incluidos los demócratas con la música de fondo de Independece Day.

Y como todas las estadísticas le daban perdedor casi nadie se lo había tomado en serio. Más aún cuando sus apoyos estaban en Rusia, con Putin a la cabeza. Pero en Europa había miedo porque cualquier tratado comercial, hasta el odiado TTIP, podía darse por acabado antes de empezar. Ahora pondrá a Estados Unidos por delante, pero aseguró que cualquier acuerdo que alcance será «justo». Para quién, no lo ha dicho, aunque ya ha matizado que se llevará bien con quien quiera llevarse bien con él.

Trump ha llegado con la crisis. Si no hubiera habido crisis quién sabe. La gente está cansada de lo de siempre, de la continuidad de las políticas que siempre pagan los más castigados, los que empeoran con los problemas económicos y apenas si notan diferencias cuando las cosas van bien. Los ciudadanos quieren que las cosas cambien y votan los que ofrecen cosas nuevas o les ponen en la diana de sus políticas.

Ya veremos si cumple todo lo que dijo, hasta lo más escandaloso y la sarta de mentiras. De momento ha ofrecido subir los aranceles un 40% a los productos que lleguen de China, ha prometido ser proteccionista con su país, contruir un muro con México y que lo paguen los mexicanos o hasta quitarse de enmedio a Janet Yellen porque no comparte su política monetaria de bajos tipos de interés. También retirará a todas las tropas estadounidense repartidas por todos los conflictos, algo así como que se solucione cada uno sus problemas, aunque mirará con lupa si China le gana la partida, como todas las estadísticas apuntan, en su pugna por el liderato mundial económico.

¿Será el nuevo presidente un antisistema, una pesadilla o, finalmente, deberá plegarse al poder económico y al sentido común? Ya veremos…

 

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