Una Europa irreconocible

05/12/2016

Maite Vázquez del Río.

¿Se han fijado cómo está cambiando Europa a marchas forzadas? La UE ha dejado de ir a carril diseñado y cada vez queda más en entelequia aquello de una Europa unida, con la misma voz y al mismo paso, esa que habían pensado un puñado de ilusos hace 60 años. La última crisis lo ha cambiado todo de un plumazo. Los ‘viejos’ europeistas que aún pasean por el parlamento europeo deben codearse con las nuevas hornadas que nada tienen que ver con viejas doctrinas. La Europa social se está abriendo paso, aunque los verdes de toda la vida den paso a los antisistema y los conservadores a la ultraderecha, mientras los socialistas no saben qué hacer ni qué pensar para reubicarse. Todo se está radicalizando y ya sabemos que para que algo prospere en esa Europa de 28 menos uno (Reino Unido) todo tiene que ser consensuado, es decir todos tienen que ceder.

Ahora los nuevos vientos no contemplan las concesiones. El todo o la nada. Por ese camino vamos avanzando, mientras cuestiones impensables hace solo tres años ahora están al orden del día. El referendum escocés falló, pero el Brexit ganó el pulso por un escaso porcentaje; Grecia nos ha traído de cabeza con sus sucesivos rescates hasta llevar al poder a Alexis Tsipras, líder de la Coalición de la Izquierda Radical; en España han hecho falta dos elecciones generales para tener gobierno mientras Podemos avanza hasta la segunda posición y seguimos con la amenaza de la independencia de Cataluña; el socialista Hollande acaba de renunciar a presentarse a la reelección y Anne Marie Le Pen sigue acercándose al Elíseo con su ultraderecha; por poco en Austria gana la ultraderecha, frenada por un independentista; y según las encuestas, Merkel es muy posible que deje de ser la líder europea que todo lo controla… y ya veremos lo que pasa en Holanda. Al otro lado del Atlántico, Donald Trump nos ha traído el sobresalto, el miedo y el conservadurismo radical, más cercano al ku-kus-klan y con su machismo y antiemigrantes desbordante.

Visto lo visto en el 60 aniversario del Tratado de Roma, en el que se sentaron las bases de la Unión Europea, poco se tendrá que celebrar. Se me antoja que lo que estamos viviendo ahora no viene derivado de la crisis económica, que aún tiene muchos flecos por resolver porque algunos sistemas financieros todavía huelen a podrido, como el italiano y no muy lejos, el alemán. Se trata de una crisis social. La gente está harta y la juventud, la más perjudicada por el rancio sistema de construir una europa unida, ya no puede más. Ellos son los herederos de las deuda mastodónticas, los que no saben si podrán redibir una pensión cuando ya no sean jóvenes, los que tienen que abandonar el barco familiar para irse en busca de nuevos horizontes… Y ese malestar ha llegado en forma de representantes a todas las instancias europeas.

Aquí en España todo el mundo recuerda cuando en la fallida legislatura anterior Rajoy miraba con asombro y ya resignación a lo que se tendrían que acomodar al ver a un joven diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, pasear con sus rastas por el hemiciclo. La calle se había asentado en los sillones del Congreso. O Carolina Bescansa acudía el primer día de Pleno con su bebé de pocos meses. Pese a la condescendencia que muestra Mariano Rajoy con Pablo Iglesias, esto es lo que toca le pese a quien le pese.

La crisis ha sido la excusa para que el descontento llegue a todos los parlamentos, incluido el europeo. Pero el descontento venía de antes de la crisis económica. Y ahora la sociedad se divide entre los radicalismos de quienes piensan que se necesita mano dura para que todo vuelva a los cauces de finales del siglo XX y quienes defienden que las necesidades ahora son otras, más pensando en el ciudadano y dejando de lado las entelequias que han dejado a las personas de lado, aunque para ello tengan que sumar fuerzas con los antisistemas, animalistas y los partidarios de erradicar las costumbres centenarias.

Lo dicho, esta Europa está irreconocible, hasta el punto de hacer aguas y dar que pensar que tal vez sea mejor aplazar muchas cuestiones incluidas en el Tratado de Roma. Con las normas de andar por casa, como una moneda única y el Tratado de Shengen parece suficiente.

¿Te ha parecido interesante?

(+9 puntos, 9 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.