El trabajo de las mujeres se centra en España en ocupaciones de bajo valor añadido. Por ello, el Consejo Económico y Social (CES) recomienda una política integral de género que cubra un amplio espectro. Y que contemple modificaciones desde el sistema fiscal hasta las políticas estrictamente laborales, así como la educación. De este modo, las mujeres podrán abandonar las actividades poco productivas. Y acceder a empleos mejor remunerados y con mayor demanda potencial, como aquellos relacionados con estudios de ciencias e ingeniería, según figura entre las conclusiones del último informe sobre empleo y mujer publicado este miércoles por el principal órgano consultivo.

El CES ha publicado este miércoles su informe sobre el empleo de las mujeres, titulado ‘La participación laboral de las mujeres en España’, el quinto de los documentos centrados en la situación de la mujer en el ámbito laboral desde 2000.

El informe pretende ser una radiografía de los efectos de la crisis en la situación laboral de la mujer. Y apunta a la existencia de barreras que provocan que la las mujeres en España presenten menores tasas de actividad y de empleo, tasas de paro más elevadas y mayores dificultades de carrera profesional.

Esto se traduce en que las mujeres cobren salarios inferiores a los hombres – la llamada brecha salarial, que aumenta con la edad – y repercute además negativamente en sus futuros derechos de pensión.

Con la recuperación asoman datos preocupantes en relación con el trabajo de las mujeres. Su tasa de empleo ha aumentado un 2,9% entre 2014 y 2015, mientras que la de los hombres lo hizo un 4,2%. “Es una diferencia llamativa si se tiene en cuenta que en la Unión Europea la evolución ha sido igual para unas y otros, con 1,7 puntos de incremento en ambos casos”, apunta el informe.

Reorientar el trabajo de las mujeres

Entre sus conclusiones, el informe destaca que las mujeres se concentran en España en las ocupaciones de más bajo valor añadido. Debido a una serie de factores, las mujeres tienen mayor presencia en estas actividades de baja productividad.

Por ello, el CES reclama reorientar el trabajo de las mujeres hacia actividades mejor retribuidas. El fomento de estas ocupaciones debería empezar desde la escuela. No en vano las mujeres tienen menor presencia en los estudios de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas – las llamadas STEM, por sus siglas en inglés –, los estudios con mayor demanda potencia.

Igual temporalidad, mayor rotación

El informe también señala que las mujeres sufren la misma tasa de temporalidad que los hombres. Un 25,8% de ellas tienen un contrato temporal, frente al 25,6% de los hombres, según los datos de 2015. Sin embargo, las mujeres se ven obligadas a firmar un mayor número de contratos temporales que los hombres; es decir, sufren de mayor rotación en el empleo.

La gran diferencia no obstante se halla en el tipo de contrato en relación a la jornada. Mientras que apenas un 8% de los varones tienen un contrato a tiempo parcial, un 25,2% de las mujeres trabajan a tiempo parcial, cuatro veces más que los hombres, aunque el 72% de ellas trabajarían a tiempo completo si pudieran (frente al 40% de media en la UE).

Por otro lado, la creciente participación de las mujeres en el mercado laboral no se ha traducido de manera significativa en una menor atribución de responsabilidades domésticas, apunta el informe.

Además, algunos hechos biográficos (entre otros la llegada de los hijos) siguen condicionando la participación laboral de las mujeres.

En definitiva, las mujeres siguen mostrando más tiempo de interrupciones que los varones a lo largo de sus carreras profesionales, lo que puede redundar, en determinadas circunstancias, en una relación más débil del género femenino con el empleo.

Perspectiva de género en las políticas de empleo

• En el apartado de medidas, el CES reclama reforzar la perspectiva de género en las políticas activas de empleo logrando una mayor integración con las políticas de igualdad por razón de sexo.
• Impulsar políticas educativas y de empleo favorecedoras de una mayor presencia de las mujeres en todas las actividades y ocupaciones, especialmente en aquellas donde las tasas de ocupación femenina son bajas o muy bajas.
• Revisar los incentivos dirigidos a las mujeres para atender de forma más efectiva a las brechas que presentan en el empleo apuntando a sus causas reales, entre ellas las situaciones relacionadas con la maternidad y los cuidados en el hogar.
• Exigen un adecuado diseño de estos incentivos y su enfoque hacia grupos específicos combinados con medidas de formación y otras políticas de mercado de trabajo, como asistencia, orientación y seguimiento, evaluación de las empresas y los trabajadores beneficiarios.
• Ampliar la cobertura de los servicios formales de educación y atención a la primera infancia para los menores de 3 años (guarderías). Mejorar la intensidad de uso y accesibilidad a los servicios formales de atención en todas las etapas de la primera infancia (3 a 6 años), así como una mayor cobertura de los servicios extraescolares.
• Reforzar los instrumentos de atención a la dependencia, lo que, por otro lado, generaría paralelamente oportunidades de empleo remunerado en el ámbito de los cuidados personales y contribuiría a una mayor profesionalización del sector.
• Un sistema de conciliación y corresponsabilidad que contemple permisos retribuidos iguales e intransferibles para el padre y la madre.
• Evaluar el sistema tributario en su conjunto desde la perspectiva de la igualdad de género, para dotarlo de una mayor coherencia y alinearlo con el resto de las políticas en este campo.
• Reforzar la presencia transversal de la política de igualdad en todos los ámbitos de la acción pública. Y promover esta perspectiva de género también el campo de las relaciones laborales que se plasman en la negociación de convenios colectivos.
• Y finalmente intensificar esfuerzos contra las diferencias retributivas, dado que desincentivan una mayor participación laboral femenina.