El circo de Cannes

17/05/2011

Carmen Duerto. Para una novata, que pisa por primera vez el Festival de Cine de Cannes, hay cientos de cosas que llaman la atención.

Entrar en el hotel Martínez, que junto al Carlton son los puntos calientes del Festival de cine de Cannes, es hacerlo a una concentración de famosos. Entra Antonio Banderas y sale por la puerta giratoria Salma Hayek –al natural parece más joven, bajita y voluptuosa que en foto-. Ambos están en la Costa Azul en calidad de protagonistas de “El gato con botas” que se estrenará en noviembre. Se sabe el nivel de estrella, por el número de paparrazzis y guardaespaldas que les siguen, generalmente de riguroso traje de chaqueta, calvos, enormes, negros y con pinganillo en las orejas. Nada más salir de sus hoteles, una docena de fotógrafos motorizados se incorporan al grupo a modo de custodia. Esta es la medida de las estrellas; a más fama más tinglado les rodea y no eres nadie si no te traes tu maquillador y peluquero personal, que te retoca hasta en el ascensor. Es el caso de Penélope Cruz, que es una enorme estrella internacional, no por estatura sino por repercusión. Cuando haga su aparición en la fiesta del puerto, entre el sequito que la acompañará estará seguramente su peluquero Pablo Iglesias y el guardaespaldas que custodia las joyas que le presta Chopard.

Este festival de cine –que cumple este año 64 ediciones- es una hoguera de las vanidades. Jean Cocteau lo calificó elegantemente como un microcosmos pero lo cierto es que actualmente se parece más a un circo elegante. Los balcones de las casas se alquilan como soportes publicitarios y la playa se parcela para montar carpas en las que comer o hacer fiestas privadas. Los que buscan su primera vez se pasean por la Croisette, que es la zona del paseo marítimo donde se ubican los hoteles que alojan a los famosos, el palacio de festivales y en definitiva es donde se cuece el ambiente del festival. También es el lugar donde antiguamente las jóvenes que querían ser actrices se daban un baño de mar con gran expectación. Ahora se pasea algún despistado “Spiderman” que busca una oportunidad y poco más. Todo es tan exquisitamente artificial como los decorados de las películas, desde los maravillosos trajes de Alta Costura que lucen los actores a las joyas o guardaespaldas, todo son prestamos. Las marcas se dejan la piel por colocar sus productos sobre estos seres vivientes llamados en este firmamento; estrellas. Cavali, Sergio Rossi, Armani…..Todo el “Quién es Quien” de la moda tiene un show room abierto en alguna de las suites de los hoteles que alojan a las estrellas por donde pasan los representantes a escoger los fondos de armario de sus representados. Saben que un anillo lucido por Penélope –juré que ya no la llamaría nunca más Pe porque lo odia fuera de la familia- al día siguiente será objeto de deseo. Ya se sabe que la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Por cierto, aquí hasta las limusines hacen cola para depositar a sus ocupantes a pie de escalón porque en Cannes hay alfombra roja con escaleras y desde las seis de la tarde están trasladando invitados, según el orden de importancia. Los más famosos son los últimos en llegar y entran por la puerta principal, los demás por los laterales. Se tarda unos tres minutos en recorrerla pero las estrellas lo hacen en media hora, porque tienen que posar a cada paso que dan y los gráficos sino van vestidos de etiqueta no pueden acceder al recinto acotado.

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