Olvidados

17/05/2011

diarioabierto.es.

Hace unos días, en estas mismas páginas hablábamos del movimiento Democracia real ya. Advertíamos entonces que se trataba de una reacción de jóvenes desencantados, desilusionados. Un movimiento al margen y casi contra la política. Su manifiesto es una denuncia de los males que asolan nuestra sociedad: el paro, la falta de expectativas, el temor al futuro, a la falta de futuro.

El pasado domingo, miles de jóvenes y no tan jóvenes, se echaron a la calle. A su sombra, otros grupos quisieron utilizarles rompiendo la limpieza de su protesta. Y, aunque aparentemente, y sólo tangencialmente, lo consiguieron, yo creo que sus razones siguen siendo válidas.

Las organizaciones políticas, que nunca les hicieron caso pensando en la inocuidad de sus acciones, se han echado a temblar. Porque me da la sensación que se trata de un movimiento muy real. Son los indignados de Hessel. Son los olvidados. Los que la política no ha tenido en cuenta. Ahora esa misma clase política se da cuenta de que esos jóvenes sin esperanza, sin futuro, tienen en sus manos una fuerza imparable.

Y estos jóvenes saben que su voz ya se está oyendo. El próximo paso será darse cuenta de que con su voto pueden cambiar las cosas. Porque aunque haya muchos que se están empeñando en defender la abstención, es cuestión de tiempo que este movimiento descubra que el voto es un instrumento letal.

Democracia real ya no es cuestión de broma. Posiblemente no estén todavía organizados. Pero su mensaje llega nítido a la sociedad: No queremos esta política, no queremos este mundo. Queremos cambiar el mundo.

Estamos perdiendo a toda una generación. Una generación muy bien preparada. Pocas veces nuestro país ha tenido una juventud tan culta, tan dispuesta, tan formada. Los estamos dejando irse por el sumidero, entre el paro, la desilusión, la falta de futuro.

Yo no sé ustedes, pero a mí me parece que estos chicos, estos hombres y mujeres, van a cambiar las cosas en cuanto descubran que ellos son el futuro. Ellos, el porvenir.

Escribía Ángel González:

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.

…Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.

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