Guerra comercial, la primera batalla de Trump

17/01/2017

Maite Vázquez del Río.

A nada de que Donald Trump se convierta oficialmente en el nuevo presidente de los  Estados Unidos, el multimillonario y polémico líder del planeta ha empezado a desatar su primera «guerra» contra China. Es una guerra comercial, pero guerra al fin y al cabo, porque las declaraciones del norteamericano de un nivel proteccionista desconocido hasta ahora por la primera potencia económica -amante de la libertad- han molestado, y mucho, a la economía aspirante a usurparle ese lugar hegemónico en muy pocos años.

Los expertos en economía ya han empezado a hacer sonar las primeras señales de alarma, pese a que el presidente de Alibaba, también multimillonario chino, se haya comprotido con el multimillonario estadounidense a crear más de un millón de empleos.

Pero es que Trump sigue deslenguado antes de tomar posesión de la Casa Blanca. Ha arremetido contra las empresas automovilísticas que fabriquen sus vehículos en México. Les ha asegurado que les cobrará unos aranceles desorbitados si esos modelos los quieren vender en Estados Unidos. Pero también contra las todopoderosas farmacéuticas, que ha descubierto que es el sector que más dinero mueve en su país y hasta ahora eran intocables.

Antes de llegar ha dejado las cosas claras. Se construirá un muro entre México y Estados Unidos que pagarán los propios mexicanos; controlará a todos los que no sean estadounidenses y hará todo lo posible para que no entren; se llevará bien con Putin (Rusia tiene muchos ricos) y ya ha empezado a meterse con la cabeza visible europea, Angela Merkel y, mientras tanto, desde su torre de marfil, la Torre Trump, recibe todos los días a los multimillonarios del planeta así como afines a su locura política, como Marine Le Pen. Esta vez para hacer negocios en nombre de Estados Unidos y buscarse aliados entre sus «enemigos» según su mente persecutoria. Él ha dicho que dejará sus negocios hasta que termine su legislatura.

Pero también lleva meses enemistándose con muchos, incluida la OTAN. No están los tiempos para locos cuando los países están armados con bombas nucleares hasta los dientes. Las bravuconadas de Trump nos pueden costar a todos demasiado. Una tercera guerra mundial es impensable porque acabaría con la Tierra, pero Trump tiene el suficiente grado de locura como para desatar muchas iras y miedos.

De momento la primera guerra que está empezando a declarar es la comercial. China y Europa (el Tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea podría darse por finiquitado mucho antes de haberse llevado a la práctica, pese a todos los esfuerzos realizados por su antecesor, Barak Obama) están en su objetivo con su patriotismo trasnochado, mientras que los emigrantes que ayudaron a levantar su país y sus empresas son ahora sus enemigos declarados.

Llegó el momento de un loco ignorante con todo lo que puede desatar. De momento solo ha actuado con sus palabras. Desde este viernes comenzarán sus decisiones que como presidente de los Estados Unidos no podrán cuestionarse ni impedir que se ejecuten.

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