No estaban las cosas demasiado bien para las Bolsas, pero si la inflación británica se dispara y el optimismo económico alemán se desinfla, todo se pone más negro. Afortunadamente, el FTSE reaccionó muy bien al mal dato de crecimiento de los precios. Desafortunadamente, el Dax reaccionó muy mal a la caída del índice del instituto ZEW.

¿Y qué pasa cuando el índice alemán ni está ni se le espera? Pues que los mercados europeos se quedan sin faro y suelen esperar a que Wall Street marque el camino, pero como la apertura fue negativa, el camino fue más pedregoso. No aguantó ni el Ibex, que también hoy quería hacer una quijotada y durante un rato lo consiguió.

Pero en el fondo nada ha cambiado. Me sigue dando la impresión de que el mercado está sobreactuando y cuando eso ocurre ya se sabe como termina. Desalojan a los temerosos y los de siempre se quedan con el pastel. Ya son dos días en los que el Ibex y el FTSE intentan frenar la tormenta y a nada que el Dax ayude tendremos reacción. Ahora bien, sin el Dax la tarea se me antoja muy, pero que muy complicada.

Al cierre, ni siquiera las alabanzas del Fondo Monetario Internacional a la reducción del déficit que ha llevado a cabo Alemania lograron animar a un maltrecho Dax, lo que dejó al resto de índices europeos a merced de los índices americanos, que a esas horas transitaban por mínimos del día. Un desastre completo, pero mañana será otro día.

Para la estadística queda que el Dax alemán se dejó un 1,77%, que el FTSE británico perdió un 1,06%, que el CAC francés retrocedió un 1,21% y que nuestro Ibex, a pesar de que intentó desesperadamente concluir en positivo, terminó dejándose un 0,55%.