La Europa de los 27 deja de ingresar cada año por fraude en el IVA más de 100.000 millones de euros. O lo que es lo mismo, el 11% de su recaudación. Esta pérdida se debe, entre otras causas, al fraude en cadena o carrusel. El informe Shifting the Balance, elaborado por PwC, pone de manifiesto además que el impuesto se ha ido quedando obsoleto: el sistema fue diseñado en los años sesenta y estaba pensado originalmente para seis países.

Desde entonces, el comercio mundial ha experimentado grandes cambios (creciente importancia de los servicios unidos al impacto del comercio electrónico) lo que hace imprescindible una nueva formulación de la tasa. El IVA en la UE se administra de forma independiente por cada uno de los 27 estados. Los tipos reducidos o súper reducidos oscilan entre el 0% y el 19% y no hay un tipo general armonizado sino que existen once gravámenes distintos (desde el 7,6% de Suiza al 25% de Hungría).

El informe analiza la imposición indirecta en el mundo y concluye que existe una tendencia por parte de las autoridades fiscales a sustituir impuestos directos por indirectos, como consecuencia de la globalización de la economía y de la complicada situación de las arcas públicas.

De acuerdo con el estudio, un sistema moderno y eficiente exige que sea único para toda la unión (o sea, que se articule como una única iniciativa legislativa y no como una directiva que deban ir incorporando cada uno de los países). En dicho escenario ideal sería conveniente también la existencia de un registro único, con las mismas reglas y un tipo de IVA único sobre una base muy amplia. Hoy en Europa los ingresos por IVA representan, de media, el 55% de los ingresos que, en teoría, se deberían recaudar si existiera dicho tipo único y general.

El estudio destaca que para que un nuevo IVA fuera aceptado por los ciudadanos debería hacerse un esfuerzo presupuestario que permitiera percibirlo como justo (por ejemplo, rebajando otros impuestos).