Un terremoto que arrasa los derechos humanos

31/01/2017

Maite Vázquez del Río.

Quería ser el hombre más poderoso del mundo, y lo ha conseguido. Donald Trump ganó por sorpresa para espanto de más de la mitad de los habitantes de Estados Unidos y del resto del mundo.

Teniendo todo el dinero, lo que quería era amasar el poder para hacer y deshacer a su antojo sin escuchar nada más que a una soberbia sobrecargada de un populismo trasnochado, que apela a un patriotismo más próximo a la II Guerra Mundial que al escenario de globalización y acuerdos con el que comenzamos el siglo XXI.

Donald Trump ya no quiere que su país sea un país de oportunidades, ésas mismas con las que él amasó su inmensa fortuna, y dio cobijo a hombres ambiciosos de salir de la miseria de cualquier parte del planeta.

Seducido por el poder político ha entrado como un elefante en una cacharrería. Eliminando con su firma algunos avances como el seguro sanitario de Barack Obama y su penúltimo desmán ha sido su veto a la entrada de refugiados. Tan maña tropelía contra la propia constitución estadounidense y de derechos humanos ha logrado incendiar más el mapa político del planeta.

A Trump hasta se le ha olvidado lo que supone la medida para las multinacionales de EEUU, con presencia en todos los confines, con trabajadores de todos los confines… que se han apresurado a mostrar su rebeldía, anunciando que contratarán refugiados, como Starbucks, o recordándole como Tim Cook (Apple) que Estados Unidos es la potencia mundial que es hoy gracias a los emigrantes.

Y es que Trump ha puesto a muchas de las empresas estadounidenses en un brete. Su conflicto abierto con México y el muro que les quiere hacer pagar a los mexicanos ha empezado a sembrar el odio contra todos los productos norteamericanos y unido a muchos países del sur de América contra la prepotencia y soberbia de un Trump desmedido y obtuso, que ha obligado hasta a la mismísima Coca-Cola a sacar anuncios en todas partes para defender su producto, cuando hasta ahora lo vendía como rosquillas.

Sus guiños a Rusia -impensable desde que la guerra fría surgió para distanciar a las dos potencias mundiales del siglo pasado- han empezado a levantar sospechas en Europa. La anglosajona y pro Brexit, Theresa May, tiene el papelón de recibirle cuando a estas alturas, después de una semana de mover los hilos de la Casa Blanca, Trump se ha convertido en uno de los hombres más odiados del planeta y cualquiera de sus ocurrencias puede arrastrar al que se siente a su lado. Claro que May está sola como Trump…

El inquilino de la Casa Blanca sigue adelante con sus propósitos de no dejar títere con cabeza. Hasta ha atacado a Alemania, la locomotora que tira de toda la UE, culpando a Merkel de hacer que el euro se devalúe para ganar la guerra de la competitividad contra el dólar y hasta uno de sus correligionarios, el director de la Consejo Nacional de Comercio del país, Pete Navarro, acusa a los alemanes de impedir el acuerdo de libre comercio entre EEUU y la UE. ¡Cualquiera firma con la administración Trump un acuerdo después de todas las medidas proteccionistas y aranceles que está anunciando! Trump está dando alas a sus seguidores y las salidas de tiesto se van a terminar contando por puñados cada día. Ya veremos.

De momento, las autoridades europeas están mostrando su preocupación por las acciones de Trump, pero como en Europa todo va tan despacio todavía vamos a tener que esperar a ver qué medidas se adoptan en esos procesos interminables que acaban en indefinición y no acción. Lo curioso es que si alguien juega bien las cartas en las instituciones europeas, Trump podría convertirse en el revulsivo que sirva para que de una vez por todas la Unión Europea coja el toro por los cuernos y empiece a plantar cara a los peligros que la acechan, y Trump no lo dudemos es el peligro mayor, más que la crisis económicas, más que el terrorismo, porque está dispuesto a abrir guerras comerciales o disparar bombas atómicas, según le pille.

Todos siguen a la espera a ver si el barro que ha empezado a cubrir los pies de Trump hace que se desmorone. La palabra ‘impeachmente’ resuena en muchas cabezas, pero también es cierto que hasta ahora Trump está convirtiendo en realidad lo que muchos republicanos pensaban y no se atrevían a decir ni en voz baja.

Pero en el resto del mundo, China juega a la paciencia porque sabe que Trump llevará a Estados Unidos a perder su hegemonía económica que el coloso asiático le arrabatará en menos que canta un gallo. En muchos países europeos tal vez los votantes comiencen a dudar si es bueno votar a esos populismos de derechas que empiezan a tener auge en países como Francia, Austria… porque les pueden llevar al desastre como va a hacer Trump con EEUU. Y ya se sabe que «cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar».

O tal vez no pase nada y Trump siga con sus locuras y tropelías, arrasando todos los derechos. ¿Seguirá el planeta quedándose  de brazos cruzados?

¿Te ha parecido interesante?

(+5 puntos, 5 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.