Los independentistas llenan los banquillos

07/02/2017

Maite Vázquez del Río.

Esta semana nos ha madrugado con el juicio a Artur Mas y su desobediencia, y junto a él todos quienes le siguieron. En juicio está el referendum del 9N, sobre el que el propio Mas ha dicho al juez que desconociera que estaba prohibido, como si viviera no en Cataluña sino en otro planeta, uno muy alejado.

A Artur Mas se le ve en estos días crecido, paseando con altanería, ensimismado,  provocando con su sonrisa, y convencido de ser ya el primer martir de la causa independentista. Cuando era el president estaba tan ocupado por mantener su cargo que se vendió y vendió a sus votantes -a los que entonces la independencia les parecía algo ajeno- a las utopías de ERC, con llave y candado para gobernar. Les prometió un referendum y pasó meses cargándose de unas razones que hasta entonces no había encontrado. Y lo convocó, el 9N.

En esos menesteres se encontraba que hasta se le olvidó gobernar. Entiéndase que los gobernadores, los nuestros -los de las 17 comunidades y dos ciudadanos autonómicas- son los gestores de nuestros servicios, de nuestros impuestos, de nuestro paro y de nuestra vida en sociedad, si me apuran. Y mientras su altura de miras se encontraba en la bandera independentista y en esa ya reconocida mentira de que «España nos roba», desatendió la sanidad, la educación, todos los servicios públicos… Cataluña, como el resto de España, estaba inmersa en una crisis económica, y en vez de remangarse y ponerse a lo que era su oficio, gobernar (para eso había sido elegido), se fue por otros lares, culpando al Gobierno central de todos los problemas económicos de Cataluña, incluida la crisis.

El referendum del 9N fue para él su salvación. Un paso adelante en el que obligó a los colegios electorales a abrir sus puertas, aunque sus directores no quisieran (como se está aclarando en el juicio). Su manu militari fue contra los que no comulgaban con sus tesis soberanistas y solo pedían medidas para hacer la crisis más llevadera. El dimitido senador de ERC, Santi Vidal, ahora nos ha aclarado que los independentistas catalanes están haciendo listas con todos aquellos que están en contra (desde jueces hasta el último de la fila) y que hasta están cruzando datos de Hacienda para ver a quién pueden pillar para sumar a su causa…

¿Qué pasará si el juez le declara culpable a Mas? (En el fondo hasta él sabe que desobedeció al Tribunal Constitucional y se puso a la cabeza de la desobediencia). Si desde el Gobierno central siguen en mantenerse a la espera, el independentismo, como decía, contará con su primer martir, pero también encontrará las alas que necesita para seguir adelante con sus planes de divorcio definitivo, pese a que más de la mitad de los catalanes no quieren la indepencia. Casi se podría decir que los compañeros de viaje de Puigdemont (con Mas a la sombra y en el banquillo) de la CUP y ERC están nerviosos y ansiosos por que le declaren culpable.

Nadie duda de que los pasos a seguir están más que pensados. Y esos pasos se van radicalizando a medida que pasan los días… hasta lo que parece ser una irremediable secesión. Se encuentran amparados por todos los que a cada llamada a la normalidad y a seguir la ley salen a las calles para vitorear a Mas o a todos los que han sido «tocados» por la Justicia en cada salida de tiesto. Estos políticos elegidos para la independencia, como se autoproclaman, creen que son esos que se manifiestan los que serán capaces de levantar sus armas si es necesario para seguir adelante y, por encima de todo, con los que se sienten legimitimados aunque sean unos muchos miles de catalanes. No miran a ese más de 51% de catalanes que no quieren saber nada de la independencia. Ya han visto lo que significa, por ejemplo, el Brexit y no creen que España les haya robado, sino al contrario…

Durante la transición tal vez se cometieran muchos errores, pero lo cierto es que se dio la libertad a todos para defender según las normas fijadas por todos lo que se debía hacer. El problema es que ahora los independentistas quieren imponerse frente a la democracia y cualquier ley que no les de la razón.

Por si fuera poco, Mariano Rajoy no ha hecho nada desde que surgió erl primer atisbo de problema, y los independentistas catalanes avanzan en su hoja de ruta porque, entre otras cosas, nadie del Ejecutivo nacional se ha sentado a hablar con ellos. También es cierto que es difícil hablar con quien pone sus condiciones sobre la mesa antes de empezar cualquier conversación… Pero ese es otro de los apartados inherentes al cargo de gobiernar: dialogar y llegar a acuerdos. El que no sepa gestionar, dialogar y alcanzar acuerdos, que se vaya.

Puigdemont es el siguiente en ondear la bandera del referendum. Y tampoco va a parar hasta convocarlo, como aquel 9N que convocó Mas. Ahora parece que el Gobierno central ha empezado a amenazar con lo que hará si siguen adelante… pero eso tampoco es dialogar y negociar.

Los independentistas han iniciado un camino de no retorno porque nadie en el Gobierno central ha tenido en cuenta la que se avecinaba, estando como estaban preocupados por gobernar en el resto de España. El problema se ha encallado y lo que pueda pasar ahora no se puede aventurar como nada bueno.

Rajoy, de momento, lo único que ha exigido es que se cumpla la ley y llenar los banquillos de independentistas… ¿Y después qué?

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