Lo que dirimen PP y Podemos

09/02/2017

Luis Díez.

Si descontamos las comparecencias de los expertos en nuestro sistema de pensiones (deficitario) y la iniciativa de los socialistas para que la diñemos sin sufrimiento (y sin dar la lata, como quería aquél santo veloz, Josemaría Escrivá de Balaguer), la mayor parte de sus señorías del PP y de Podemos (209 representantes) se han dedicado a preparar sus respectivos congresos de este fin de semana. La coincidencia de los cónclaves de la derecha y la izquierda revela la comunión de intereses de los líderes respectivos, Mariano Rajoy Brey, jefe de gobierno y político previsible y conservador, y Pablo Manuel Iglesias Turrión, de borrascosa oratoria, carismático y transformador. Como si no les basta con el enemigo común, el PSOE, han decidido solapar los discursos, exordios y parafernalias. ¿Por qué causa y razón? Ni se han molestado en explicarlo, aunque vale suponer que por el bien de España.

Ninguno de los tres elementos que conforman un partido político (el líder, el programa y la militancia organizada u organización) está en juego en el PP. El líder no se discute ni se toca. La limitación de mandatos no le afecta. De hecho, Rajoy lleva trece años de presidente del partido (desde 2004) y quiere añadir cuatro años más en el cargo, hasta 2021. Carece de oposición interna y ha facturado hacia alta mar varios contenedores de cadáveres políticos tan exquisitos como José María Aznar López, Rodrigo Rato Figaredo, Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez, Federico Trillo-Figueroa Martínez-Conde, José Manuel García-Margallo y Marfil, Francisco Camps Ortiz, Esperanza Aguirre Gil de Biezma y por ahí para allá. Los jueces han puesto de su parte lo que han podido.

En lo atinente al programa y la organización tampoco cabe esperar muchas novedades. La cuenta de resultados es buena, los accidentes de recorrido (Gurtel, Bárcenas, Matas y demás) son similares a los que cotidianamente se registran en cualquier gran sociedad sin que, por ello, haya que rasgase las vestiduras. La maquinaria funciona correctamente y si algún rodamiento se sale de madre, se sustituye sin mayor problema. El equipo directivo y los objetivos admiten retoques, pero pocos. Si la “número dos”, María Dolores de Cospedal, pudo compatibilizar el gobierno de una comunidad tan extensa como Castilla-La Mancha con la secretaría general del partido, podrá seguir desarrollando su papel, como desea el jefe, y ejerciendo como ministra de Defensa. Es la mujer capaz. Y con la ayuda del municipalista zamorano Fernando Martínez Maillo podrá atender al frente interno. Sobre la democracia directa de los militantes (eso que llaman primarias) hay muchas dudas fundadas sobre su eficacia para elegir a los mejores. La inventó Pericles y ya sabemos como acabó: periclitado.

En contrate con esa balsa tranquila (y dicen que cenagosa) del PP, el cónclave de Podemos, conocido como Vista Alegre 2, ofrece un espectáculo de rejones, en el que todo está en discusión, es decir, el liderazgo, el programa y la organización. Los llamados anticapitalistas (se desconoce su grado de rechazo al único sistema existente, así como su capacidad de autogestión e, incluso, las razones por las que algunos se llaman “troskistas”) hacen causa común con los otrora leninistas de Plai (nombre de Pablo Iglesias en el PCE e IU) contra esos socialdemócratas rampantes y pactistas de Iñigo Errejón, al que algunos tachan de “traidor” al proyecto. Unos y otros reproducen las viejas peleas de la supuesta izquierda de toda la vida. ¿Primero la revolución y después el gobierno o al revés? Puro formulismo, verbalismo barato (y apasionado) para ocultar lo único que les interesa, el poder, el ordeno y mando.

Por mucho que se esfuercen en mostrar grandes diferencias ideológicas y estratégicas, la política no admite entidades abstractas. Y la lucha por el poder significa en este caso, la pelea por el control de los recursos económicos del partido, que posee superávit y dispone de abundante leche materna de las arcas publicas por su alta representación institucional. Ya se sabe que quien paga los violines elige la música. Del secretario político, Errejón, dependía el dinero institucional hasta ahora. Pero pablistas y anticapitalistas (tiene gracia) le han ido minando para apoderarse de lo que ellos llaman “la organización” y en el lenguaje normal llamamos la caja. Iglesias y Juan Carlos Monedero y Miguel Urban y también Errejón han creado una empresa próspera y tienen el mérito de haber captado con su marca a más de cinco millones de clientes. Su democracia directa y la crítica a lo establecido sigue atrayendo a miles de jóvenes (y no tan jóvenes), indignados por la injusticia y las desigualdades crecientes de una época de la que muchos se resisten a separarse. Pero el problema que dirimen ya no es la capacidad de atracción, la viabilidad o el funcionamiento, sino, como en la rancia política, quién hace y deshace, quien ejerce el mando y con qué grado, el de mayoral o el de rabadán. También se dirime la recomposición de la izquierda, naturalmente.

 

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