El PSOE de los milagros

28/02/2017

Luis Díez.

A falta de actividad parlamentaria en estos primeros días de marzo, se impone un viaje a la situación del PSOE, donde fuentes muy bien informadas explican que la presidenta andaluza, Susana Díaz Pacheco (Sevilla, 18 de octubre de 1974) anunciará su candidatura a la secretaría general del partido el sábado, 4 de marzo, en la cumbre de presidentes autonómicos socialistas que ha convocado expresamente. La de Triana se ha esmerado en separar la fiesta institucional del Día de Andalucía (28F) de la batalla orgánica que se dispone a acometer con todas las consecuencias contra los insensatos que condujeron al partido a los peores resultados de su historia, como si aquel santo varón al que llamaban ZP (al modo de México) no hubiera dejado en el chasis la representación socialista en autonomías y ayuntamientos en 2011 antes de pactar con Rajoy en la oscuridad y entregar el Gobierno al PP. Ahora ZP apoya a Susana Díaz. Lógico. Y el primer mensaje de la inminente candidata es que ella gana elecciones, como ha demostrado en Andalucía, mientras sus adversarios internos, Pedro Sánchez y el que fuera miembro de su equipo, Patxi López, las pierden irremisiblemente.

Los seguidores de «la Sultana» del sur (le llaman) observan con inquietud y mucho temor la capacidad de movilización de Sánchez y comentan en privado que Susana le está dando demasiada ventaja con el retraso de su candidatura, como si en algún momento desde que defenestró a Sánchez hubiera dejado de tejer o eso que ella llama «coser» y en la calle se dice «conspirar». La inquietud de los seguidores de Díaz, personas con sillones y negocios (gente de bien, por supuesto) se refleja en el lenguaje: Sánchez ha dejado de ser «el breve» para transformarse en «el Pedro el deseado», el amigo de las bases. «Ya no soy el mismo», dijo en la presentación de su programa en Madrid. Las plataformas «pedristas» han brotado como setas en toda la geografía, su atracción es evidente, sus actos se llenan de militantes. «Eso se debe a que los afiliados se sitúan a la izquierda de los aparatos», razonan los «susanistas». Y a que Sánchez dice y promete lo que casi todos quieren oír: que Rajoy es infumable, el PSOE es de izquierda y debe entenderse (o pactar) con las fuerzas políticas y sociales de izquierda (Podemos y los sindicatos) para echar al PP del poder y aplicar una política social más justa y equilibrada, como corresponde a la socialdemocracia.

El Flautista de Amelín, «Pedro el rojo» (también le llaman), lleva al personal de calle con su música. Lógico. Decía Platón que la política se parece a la cosmética y a la pastelería porque maquilla y endulza la realidad. Y ante esa práctica «pedrista» para recuperar el liderazgo perdido, engatusando a las bases, los «susanistas» (se llamen Casio, Casca, Bruto y demás barones) sienten pavor. En ese retraso de «la Sultana» en anunciar su candidatura y entrar abiertamente en campaña ven ellos un hándicap para dar la vuelta al mensaje de Sánchez o, siguiendo la metáfora, que Susana se está quedando sin ratones. «Hará falta mucha didáctica para dar la vuelta a la tortilla y conseguir la confianza de los militantes, mayoritariamente escorados a favor de Pedro el rojo», reconocen con fundamento, pues siempre fue más fácil el mensaje directo al corazón (la pasión) que al cerebro (la razón).

El desasosiego de los partidarios de la presidenta andaluza se ve compensado en buena medida por el control del «aparato» del partido, es decir, de la Comisión Gestora, con el amigo Javier Fernández al frente. Su proclividad hacia la causa de Díaz está fuera de toda duda. La misión de mantener a raya a los partidarios del exsecretario general, Sánchez, se cumple sin gran estridencia. Las sanciones parlamentarias a los diputados díscolos que votaron «no» a Rajoy fueron la prueba inicial de que el asturiano no dejaría pasar ni una indisciplina ni una deslealtad a las sacrosantas decisiones del Comité Federal. Su ajuste de cuentas al PSC, defensor de Sánchez hasta el último minuto, la última bala, se ha saldado con el «voto rogado», es decir, que los militantes del partido catalán deberán inscribirse en un censo aparte para participar en la elección del nuevo secretario general de los socialistas españoles. Esta operación orgánica menguará, por simple rechazo a la imposición, el aluvión de votos que podría recibir Sánchez de los afiliados catalanes.

A la gestora le piden una «neutralidad» imposible. Se la pide el tercero en liza y primero en presentar su opción, Patxi López, como si no supiera quién la nombró y con qué votos. Dicen que es de bien nacidos ser agradecidos, y Fernández parece serlo. No sólo eso: en su buena relación con Rajoy para facilitar la gobernación de España (lo único importante, que diría Fraga) ha conseguido avances tales como la aprobación del «techo de gasto» para contener el déficit público aunque la coyuntura interna le obligue a abstenerse en la aprobación del Presupuesto que presente Montoro, y ha obtenido lo impensable: que el salario mínimo suba el 8% este año para activar el consumo interno, que buena falta hace a la industria y los servicios. Y algo más ha logrado: mantener ciertas cuotas pactadas de poder como esa que le ha permitido colocar a su amigo socialista e ingeniero de minas, como él, Alberto Carbajo de consejero (independiente, por supuesto) de Red Eléctrica (180.000 euros al año) al tiempo que Rajoy coloca al suyo, el exdirector de la Guardia Civil Arsenio Fernández de Mesa.

Esa es la política que desea la andaluza Díaz y han respaldado los barones, es decir, la del pacto, los acuerdos de gobierno (puertas giratorias incluidas) y el buen entendimiento por el bien de España, por supuesto. La otra, la de Pedro «el deseado» por las bases, Pedro «el rojo» (aunque nunca lo haya sido), ese que quiere pactar con Podemos sin reparar en el «caudillismo» autoritario y populista de Iglesias Turrión, es un desperdicio, un despropósito y no será buena para España ni, por consiguiente, para el Partido Socialista. «Podemos pudo y no quiso, de modo que debería cambiar de nombre y llamarse Pudimos», afirma un barón autonómico. ¿Y Patxi López qué dice? Dice que «con Patxi todos ganamos» y exhibe una encuesta, según la cual, el 54,2% de los electores socialistas le prefieren a él frente al 50,3% que quieren a Sánchez y el 34,7% que apuestan por Díaz. Aunque los electores son muchos más que los militantes que votan en las primarias, así de apasionantes están las cosas. ¿Apasionantes para quién? Salvo que ocurra un milagro y Sánchez arrase, para Rajoy y el PP, desde luego.

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