Acabamos de presenciar la batalla que todos los finales de febrero sostienen las empresas presentando resultados. Y, en resumen, vistos todos los datos, no les ha ido nada mal. Mejor dicho les ha ido muy, pero que muy bien. Al menos a las grandes empresas del país, las que cotizan en Bolsa, que son de las únicas que podemos tener noticias porque están obligadas a presentar su cuenta de resultados al regulador, la CNMV.

Sigo resumiendo. En 2016 las empresas del Ibex 35 ganaron la friolera de 30.943 millones de euros (sin sumar las ganancias de Inditex (Zara) cuyo año fiscal es distinto, una cifra que se escapa al común de los trabajadores, y una cantidad que además supone que han ganado un 51,9% más que un año antes. Ese porcentaje al común de los trabajadores le resultada más que extraño frente a ese escaso 1,1% de subida salarial media pactada en convenio o ese paupérrimo 0,25% que el Gobierno ha decido elevar las pensiones. Algo falla cuando unos ganan tanto y otros tan poquito.

El Gobierno y las instituciones nacionales e internacionales insisten que desde 2015 la crisis económica puede darse por cerrada. La bandera de Mariano Rajoy fueron las reformas (recortes) que tuvo que hacer desde su llegada a La Moncloa, allá por diciembre de 2011. Y su erre que erre sigue puesto en la reforma laboral, que es verdad que salvó a muchas empresas, pero que también ha empobrecido a todos los trabajadores, excepto a aquello cuyos emolumentos estaban en el nivel que se consideran ricos de solemnidad. Y si no solo hace falta echar de hemeroteca para ver que hoy hay más ricos en España que en 2008, cuando comenzó la crisis.

Y confirmado que la crisis se ha superado, resulta que ahora los empresarios de este país siguen con sus alas desplegadas para que nadie se salga de redil que les cerró el Gobierno con su reforma laboral. Menos derechos, más inestabilidad, menos salarios, más precariedad y una clase media tocada de muerte. Por eso las grandes empresas se han dado cuenta que su negocio ya no está en España, sino fuera de las fronteras y muchas de esas empresas que cotizan en el Ibex ya obtienen sus ganancias fuera del territorio nacional e incluso para algunas sus ventas en nuestro país empieza a ser algo residual. Eso sí con la mano de obra más barata cada vez.

Así las cosas, resulta que empresarios y sindicatos empezaron con ánimos la negociación de la nueva subida salarial a principios de año. En la antesala de esta negociación se encontraba esa subida histórica del 8% del salario mínimo, que pasó de 655,20 euros al mes a 707,6 euros. Vamos 52,4 euros más al mes. Una cesión del Gobierno al PSOE para que los socialistas apoyaran el déficit autonómico, entre otras cosas.

Como era de esperar unos pedían más (los sindicatos -entre el 1,8 y 3 el 3%-, por eso de que cada vez hay más beneficios y los trabajadores ya se han sacrificado bastante) y otros, los empresarios, menos (un 1,5% y otro 0,5% adicional). CEOE y Cepyme se han visto reforzados estos últimos por el respaldo que durante todo este tiempo les ha dado el Gobierno y porque sus ingenuos empleados renunciaron a casi todo por no perder el empleo. Ahora contratan, pero en unas condiciones más precarias e inestables y así quedará como no llegue alguien que vuelva a cambiar las cosas.

Este martes la CEOE ha dado por rotas las negociaciones con los sindicatos sobre la subida salarial y eso que tampoco se pedían peras al olmo. Pero esto es lo que hay. O se sigue pasando por el aro pese a que las ganancias empresariales son cada vez mayores o no hay nada que hacer. Es decir, mantener esa paupérrima subida del 1,1% del año pasado aunque las empresas se lleven el dinero a espuertas. Y de momento la inflación ya va por una subida interanual del 3%, es decir, que encima, a perder poder adquisitivo.