Estas Navidades, que ya recordaremos lejanas, se ha escuchado más que nunca el debate abierto sobre si existen juguetes para niñas y juguetes para niños. Hay multitud de pensamientos y opiniones, pero lo que sí que está claro es que la igualdad ha de cultivarse desde edades tempranas y, aunque parece que los pasos que se dan son de tortuga, no es cierto; un ejemplo es cómo los minijuegos de cocinar se han convertido en una práctica muy apreciada, tanto por niñas como por niños recientemente.

No debemos olvidar que hace no muchos años, el rol de la cocina estaba reservado exclusivamente a la mujer y, por ende, los juegos que se fabricaban y se vendían iban destinado a las niñas, muy raramente los niños abandonaban sus coches o sus superhéroes para jugar a las cocinitas o similar con ellas, ni mucho menos solos.

La igualdad se ha colado, tras muchos años, en la agenda política. Se ha colado en las consejerías y en los ayuntamientos que han iniciado diversas campañas encaminadas a construir una sociedad más equilibrada, equitativa y, por ende, sana, que permita proyectar modelos de referencia paritarios también a los más pequeños.

Los niños y niñas se fijan y asumen los roles que ven en el pequeño mundo que les rodea: en casa, en el colegio, en el parque o en la tele, por eso es tan importante como necesario un correcto reparto de tareas de la casa. Tradicionalmente el cuidado de la familia estaba ligado a la mujer y, aunque algunos sectores de la sociedad quieran ignorar la realidad, actualmente, la corresponsabilidad debe ser la práctica que impere y de la cual se empapen los niños y niñas si se quiere que crezcan en un ambiente de igualdad

Ciertamente, es algo bastante complicado porque muchas marcas quieren seguir acompañando y vistiendo al bebé, de azul si es niño y de rosa, si es niña. Esta distinción, tan evidente, sigue vigente a día de hoy sin que muchas personas nos preguntemos dónde está escrito que los colores sean masculinos o femeninos y quién fue quien empezó con semejante práctica. Asumimos esta diferencia y, en el momento en el que lo hacemos, comenzamos a elegir y a separar.

Por fortuna existen territorios neutros, o territorios que, progresivamente, se están neutralizando. Lo nombrábamos antes. La cocina y todo lo que tenga que ver con ello. Esto es posible porque en la sociedad de los adultos cada vez se conocen más cocineros, más chefs y, un sector tradicionalmente feminizado, se ha abierto a ambos sexos. Habría que pensar cuáles quedan por abrir. La peluquería y/o el maquillaje podría ser uno de ellos; o a la inversa, SuperWoman cada vez está más en auge – de hecho ONU Mujeres se sirvió de ella, en un primer momento, para una de sus campañas, reculando luego por estar demasiado sexualizada.

Hay mucho que caminar todavía. Es difícil liderar la ruptura de estas barreras tan arraigadas, pero, por lo menos, en cuanto a colores, siempre nos quedará el verde, el gris o el beige.