El cambio horario vuelve a abrir el debate sobre la productividad en España

25/03/2017

Miguel Ángel Valero. Desde la II Guerra Mundial, cuando se regía por el huso de Berlín, España vive una hora por encima de lo que le corresponde por su situación geográfica, pero los expertos creen que no afecta al rendimiento laboral.

Durante la madrugada del domingo 26 de marzo hay que adelantar una hora el reloj: a las 02:00 serán las 03:00. Con este ajuste se despide el horario de invierno, vigente desde el 20 de octubre, y comienza a operar el de verano.

Un análisis de CaixaBank sobre los efectos del cambio horario explica que los inicios de este baile con el reloj se remontan a la Primera Guerra Mundial. «Alemania fue el primer país en implantar esta medida para reducir las horas de iluminación artificial y así ahorrar carbón, que después se podría utilizar en la guerra. Pronto, los países vecinos se sumaron a esta práctica. En la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos hizo lo mismo y obligó a todos los Estados a instaurar el cambio horario para ahorrar energía», narra.

En 1974, cuando se produjo la primera crisis de petróleo mundial, este sistema se popularizó e instauró de forma definitiva en varios países industrializados, entre ellos España. Estas naciones se dieron cuenta de que si se adelantaba una hora el reloj, se aprovechaba más la luz natural y, por tanto, se consumía menos energía.

Pero se trata de una práctica europea. No la siguen Japón, ni la mayoría de los países asiáticos, México o Canadá. Tampoco se realiza en algunas zonas de EEUU.

En España el primer cambio se hizo el 15 de abril de 1918. Se dejó de hacer entre 1920 y 1925 y de 1930 a 1936. Como anécdota, el final de la Guerra Civil llegó una hora antes al bando republicano que al nacional, pues tenían diferentes horarios.

El problema es que España es el «único país del mundo que vive en una hora que no le corresponde», Dudoso honor que comparte ahora con Venezuela. ¿El motivo? Durante la Segunda Guerra Mundial, España, por ordeno y mando del dictador Francisco Franco, y el resto del continente (prácticamemte ocupado por las tropas alemanas) se ajustaron al horario de Berlín. Una vez finalizado el conflicto, España, a diferencia del Reino Unido y Portugal, y por insistencia del dictador, no volvió al huso horario que le correspondía (Greenwich), lo que hace que en la actualidad «vivamos una hora por encima de lo que realmente nos correspondería por situación geográfica», explica el análisis de CaixaBank.

Horario de verano: ¿beneficioso o perjudicial?

El ajuste de los relojes siempre ha tenido tantos detractores como defensores. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) aporta un dato: el ahorro energético obtenido puede alcanzar los 300 millones de euros, de los cuales 90 millones corresponden a hogares. Cada hogar ahorra una media de 6 euros con el cambio de hora.

Un estudio encargado por la Comisión Europea concluyó que los efectos de este ajuste horario son positivos, no solamente en relación con el ahorro de energía, sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones o el turismo.

Los detractores de este sistema argumentan que el impacto energético del cambio horario estacional es muy reducido y, además, puede afectar a la salud de las personas: la falta de sueño, junto con variables como la luz o la temperatura, pueden provocar alteraciones en nuestro ritmo fisiológico, lo que favorece la aparición de trastornos alimentarios y del sueño.

El cambio de horario de verano agrava el hecho de que en España ya se viva una hora por delante de lo que realmente nos corresponde, lo que termina afectando a la productividad.

Estas tesis ha sido desmontada por varios expertos, que alegan que la productividad nada tiene que ver con el desfase horario. José María Martín Olalla, físico y profesor titular en la Universidad de Sevilla, afirma que “la productividad no está correlacionada con el desfase horario». «No quiero decir que el dato español sea bueno ni que nos debamos conformar con él. Tampoco que no exista presentismo ni que no podamos mejorar o empeorar en productividad. Solo quiero señalar que la productividad no parece influenciada mucho por el desfase horario», argumenta.

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