Organizaciones y terremotos

27/03/2017

Alejandro de la Sota y José de la Peña (Neolabels).

Todos aceptamos de mejor o peor talante que vivimos “tiempos interesantes”. La relación entre lo que hacemos y su impacto en cualquier otro lugar del mundo es mayor que en otras épocas por la globalización y la hiperconexión. Al mismo tiempo el cambio tecnológico es más rápido y las sorpresas son mayores. Estos dos fenómenos dan lugar a lo que los matemáticos llaman fenómenos no lineales que tienen más que ver con la teoría del caos que con la previsibilidad de los sistemas lineales a los que estamos más acostumbrados en etapas más “previsibles”. Resumiendo, estamos condenados a un tiempo de abundancia de sorpresas y a eso se le llama complejidad.

Las cosas complicadas se pueden estudiar y entender al completo, se pueden dominar. Sin embargo, las cosas complejas no pueden comprenderse en su totalidad (la Bolsa, el tiempo meteorológico…), producen diferentes grados de incertidumbre y para ellas lo único que puede hacerse es prepararse bien, estar listos para lo que venga.

Esta etapa, desde el punto de vista empresarial, es equivalente a vivir en una zona sísmica activa como Japón, Nepal o California y nos preguntamos ¿Podremos aprender algo sobre cómo se preparan allí y aplicarlo como una metáfora a las empresas y su organización interna?.

Los edificios, por ejemplo, tienen estructuras al igual que las empresas tienen organigramas y estructuras organizativas. Si estos organigramas de funciones, dependencias y decisiones son muy rígidos (propios de tiempos previsibles) ante situaciones excepcionales colapsarán, del mismo modo que colapsan las construcciones rígidas ante un terremoto en lugares no preparados.

Entonces ¿cómo se construye para aguantar un terremoto? En primer lugar el concepto más claro es la flexibilidad. Hasta los rascacielos más altos en países sísmicos, con una adecuada normativa, tienen estructuras flexibles que admiten cierto grado de deformación y de desplazamiento. En segundo lugar todas las conexiones estructurales están articuladas y se procura en la cimentación que se desacople el movimiento del suelo y el movimiento de la estructura. Esto último se consigue con amortiguadores, contrapesos, etc. Entonces, ¿qué aprendemos de todo esto?

Una de las áreas principales de trabajo de la inteligencia emocional de los seres humanos es la serenidad, el autocontrol. Dentro de la organización esto sería el equivalente a desacoplar el movimiento del suelo y del edificio. Si cada evento, cada novedad, es un terremoto y nosotros respondemos a él con igual violencia, al final tendremos una organización en pánico y desarbolada, sin rumbo.

El liderazgo es en un 90% inteligencia emocional y esa serenidad han de transmitirla los líderes. Cada vez que aparece una novedad que nos afecta oscilamos entre la indiferencia y el Apocalipsis. Al principio no le damos importancia y cuando lo hacemos nos vamos al otro extremo y parece que va a desaparecer nuestro mundo de la noche a la mañana. Por ejemplo, aparece Airbnb y parece que los hoteles van a desaparecer o los taxis con Uber, o los libros de papel con los e-books. La realidad, sin embargo es que se produce una inercia. Hay que mantener la serenidad pues siempre hay un tiempo de cambio, más largo del que tememos, y en el que podemos tomar decisiones que no sean dictadas por el pánico. Hay que desacoplarse de los cambios o estaremos todo el tiempo en un ¡ay! y corriendo como pollos sin cabeza. Serenidad.

La otra lección es la flexibilidad. Las decisiones pueden desplazarse hacia las personas de la empresa más afectadas por los cambios o con más contacto con el cliente. Ya no es efectivo una estructura de control centralizado. Ni siquiera los ejércitos son ahora así, sino formados por grupos más pequeños autónomos (toman decisiones y son responsables de ellas) y muy interconectados. La tecnología ya permite este tipo de gestión no centralizada en la que las áreas centrales de la empresa son servicios para su periferia y en la que en todo momento se puede tener una imagen de lo que ocurre, en tiempo real. Esto da flexibilidad, capacidad de reacción local. Es, por ejemplo, el modelo de éxito de Inditex en el que las tiendas, la periferia de la organización, marcan lo que se fabrica de la observación del cliente. El grado de descentralización de una organización hoy nos da un buena media de su grado de flexibilidad.

Flexibilidad, serenidad, articulación centro-periferia, son conceptos que la construcción sísmica puede aportar como metáfora a la empresa para su adaptación a este tiempo que vivimos y que seguiremos viviendo con una mayor incertidumbre, pero, también con mayores oportunidades para aquellos que resistan los terremotos que serán cada vez más frecuentes.

Alejandro de la Sota y José de la Peña
Socios de Neolabels

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