De Reino Unido a Venezuela: no es bueno estar solo

31/03/2017

Maite Vázquez del Río.

Vamos de asunto en asunto. Hay demasiada crispación y una vuelta al individualismo, a ser isla y construir una atalaya para que nadie acceda. Los británicos estaban hartos y su paso adelante ha sido salir de la UE; a los venezolanos Maduro les ha llevado al límite y están en el golpe de Estado. Hay demasiadas protestas en las calles de todo el mundo y pocos son los que escuchan, pero algo está pasando.

Para qué nos vamos a engañar, o al menos los europeistas creyentes nunca vieron a Reino Unido comulgando con el mismo entusiasmo que el resto. Las estadísticas señalaban que era la segunda potencia económica de la UE, pero siempre exigidiendo privilegios que otros nunca hubieran osado pedir. Siempre dando un paso al margen hasta que de tanto paso se quedaron, así lo han pedido, en la cuneta.

Y ahora quieren desandar el camino de la unión, y quedarse con todo lo bueno que ésta significa. Seguir en el mercado único, pero con sus condiciones y ninguna cesión. Que sean los demás los que cedan.

Y encima con amenazas. Asegurando que también cortarán el grifo a Europol y que la lucha conjunta contra el terrorismo dejará de serlo. Ellos seguirán en su isla, creyendo que con este aislamiento podrán zafarse del terrorismo islámico que ya les ha golpeado. Tendrán que preguntarse por qué también a ellos les ha tocado, si por ser europeos o el aliado más cercano de Estados Unidos.

La enfermedad del individualismo no deja ver que en los tiempos que corren si se va en solitario se pierde todo. Se lucha solo. Y en esta soledad no hay penas que valgan porque los otros europeos, los creyentes en ese algo etéreo que es la Unión Europea (con más sombras que luces, pero a la que hasta no hace mucho, muchos se ponían en la lista de espera para ingresar) saben que juntos se avanza y se hace fuerza para tratar de tú a tú a las grandes potencias (desde Estados Unidos a China o a Rusia) y se va por el mundo globalizado de los valores europeos, esos principios que -aunque un poco dejados al libre albedrío de cada uno- se centran en el bienestar de los ciudadanos.

Pues bien, Reino Unido saldrá dentro de dos años. Hay quienes ni se lo creen pese a haber activado el artículo 50 del Tratado de Roma. Han estado 40 años compartiendo y haciendo «favores» por no quedarse solos, y al final han cedido a la soledad. En juego está, como siempre, el futuro de los ciudadanos residentes en Reino Unido, o de los británicos que viven fuera de la isla. Theresa May pretende ‘jugar’ hasta con este futuro y utilizarles como moneda de cambio. Como ella todos sus allegados en esta campaña se han olvidado de los valores solidarios que durante 40 años intentó insuflarle la UE.

Ahora reniegan de ellos. Y nos encaminamos a un sálvase quien pueda. Es lo que tiene pertenecer a la cultura anglosajona y a toda su historia. Ellos conquistan y por donde pisan son los demás los que deben adaptarse a ellos. Desde el idioma, para qué molestarse en aprender, que sean los demás los que aprendan a hablar nuestra lengua… Y aquí en España de sobra sabemos la utilización que hicieron de la libertad de pertenecer a la UE. Hasta en nuestro territorio crearon pequeñas colonias donde sus costumbres y usos son los que imperaban.

Ahora habrá que negociar. Y en la carta de activación de su salida de la UE ya dejaba bien claras las intenciones. Las amenazas no son buenas cuando se está solo y desde que entregó la misiva ya lo está. Solo frente a 27 y ellos son los que ahora deberán responder. De momento a Angela Merkel no le han gustado las maneras, y ya sabemos que lo que diga Merkel va a Bruselas. Mal comienzo para negociar y queda mucho tiempo por delante, pero los británicos más eurófobos deben saber cuanto antes que ya nada será igual para ellos. Que se queden con su soberanía y sus libras y se alíen a Trump, ese loco twittero que nunca se sabe por dónde va a salir, pero que es más egocéntrico que los propios británicos.

Estamos abriendo negociación y en Europa siempre el trato ha sido de caballeros, cumpliendo compromisos dados, y uno de ellos -lo saben- son los 60.000 millones de euros comprometidos a los programas de cofinanciación o las cuotas (bastante elevadas) de las jubilaciones de los funcionarios británicos ya jubilados. Evidentemente cuando uno se va debe dejar todo su saldo a cero.

Ellos son 65 millones de británicos, nosotros 440 millones de europeos y hay 60 tratados comerciales en juego, además de los firmados con Canadá (el más reciente) o la puesta en común contra el proteccionismo antieuropeísta del nuevo presidente de Estados Unidos. También parece que Gibraltar ahora tendrá un único punto de vista, el de la Unión Europea y May tendrá que actuar sola frente al nuevo intento independentista de Escocia. Y los efectos del Brexit que recaígan sobre los británicos serán solo cuestión suya, los efectos sobre la UE se repartirán entre 27. También tendrán que entender que las empresas que tienen su sede en tierras británicas si quieren tener futuro, tal vez se tengan que ir. Y luego está si los ciudadanos europeos quieron los productos «made in UK».

Y nos vamos a otro foco de conflicto en este convulso planeta: Venezuela y el golpe de Estado dado Nicolás Maduro, que cuando todo se le ha vuelto en contra ha actuado como el dictador que siempre fue: ha anulado las competencias de la Asamblea Nacional, que serán realizadas por el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por los chavistas y él mismo se ha autoentregado los poderes extraordinarios en todos los ámbitos: penal, militar, económico, social, político y civil.

Muchos demócratas europeos, sobre todo españoles, se pasearon por todos los foros lationamericanos mostrando la valía de esa forma de hacer política que se llama democracia; se sembraron semillas y las raíces afloraron, pero en Venezuela la democracia ha sido tiranizada hasta convertirla en dictadura. Y nuevamente son los ciudadanos los que pagan los platos rotos por los políticos: la carestía de todo hasta de gasolina, pese a ser productores de petróleo, es la cruz que deben cargar por que Maduro no acepte los resultados democráticos de la Asamblea Nacional y para zanjar el asunto inhabilitarla de todas sus competencias.

También Maduro se ha quedado solo; ha elegido el camino de los dictadores y abandonado la democracia mientras el resto le pide que convoque elecciones. Solo frente a la Organización de Estados Americanos que le pide elecciones; solo frente al Vaticano que ha intentado mediar; solo frente a todas las instituciones internacionales y todos los mediadores que han intentado aplacarlo; solo frente a la democracia… solo con su dictadura.

Maduro ha dejado aislada a Venezuela, llenado de presos polítcos sus cárceles, y dirigido una cruzada contra la oposición, dejado sin funciones al parlamento elegido democráticamente y, sobre todo, ha dejado a los venezolanos sin economía ni esperanza.

Lo dicho, no es bueno estar solo.

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