Desarme sin disolución

07/04/2017

Maite Vázquez del Río.

A quienes vivimos aquellos dolorosos años de lucha sin cuartel de la banda terrorista ETA, llevamos cinco años de tranquilidad (desde que anunciaron que dejaban la lucha armada). Y desde entonces han pasado cinco años para que nos digan ahora que van a entregar las armas… ¿pero para cuándo su disolución? ¿para cuándo nos llegará su desaparición definitiva?

La banda terrorista ha vuelto con un nuevo comunicado a medianoche, con nocturnidad, entregado a la BBC -la cadena pública británica- para volver a arremeter contra los gobiernos español y francés, los que precisamente a base de detenciones les han llevado a su fin, tras descabezar una y otra y otra y otra… a su cúpula.

Asegura también en su comunicado que «ya es una organización desarmada», pero claro nos queda la duda. Si no se han disuelto no les será fácil volver a robar armas y todo tipo de explosivos, la práctica habitual de esta banda. Y además ¿lo entregará todo o se quedará con bastantes armas? La Audiencia Nacional ha asegurado que irá a Bayona, lugar frances elegido por los terroristas para dejar sus armas. Su propósito es identificar las herramientas asesinas de más de 300 víctimas cuyos asesinos siguen sin identificar.

Se autodenominan banda de liberación nacional, pero se han olvidado de las cerca de 1.000 personas que asesinaron. Como periodista me tocó vivir décadas de terror y los horrores de algunos de ellos en primera fila, desde el de Irene Villa y su madre Maria Jesús González (vivía muy cerca e iba a un primer atentado de los tres que ETA cometió ese día y hasta me pilló la onda expansiva), pasando por  Francisco Tomás y Valiente, asesinado en su despacho de la Universidad Autónoma, o más de una docena de oficiales del ejercito del Aire o de Tierra…Cuerpos destrozados, mutilados y cercenada toda posibilidad de vida.
También tuve que hablar con familiares, como las de algunos de los heridos de gravedad junto al Cuartel de la Guardia Civil de la calle de Guzmán el Bueno de Madrid, donde por no molestarles, me dedicaba a esperar a ver qué me decían los médicos y luego una de las hijas de uno de los heridos (que había perdido masa encefálica y tenía destrozada la cara) me vino a preguntar «¿Cómo te han dicho que está?». ¿Qué la podía contestar?… Le están operando y parece ser que la cara la tiene un poco mal, pero parece que se mantiene estable… Y entonces la joven que no llegaría a los 14 años me contestó «bueno, lo importante es que esté vivo, la cara es lo de menos… él nunca fue muy guapo»…
Pero también viví el terror que se vivía en el País Vasco. En un Congreso de UGT recuerdo como nos tuvieron que hacer un cordón con sus cuerpos los propios afiliados al sindicato para que pudiéramos llegar a una Casa del Pueblo donde se celebraba un acto, muy cerca de San Sebastián; o como en mi ejercicio de periodista que me tocó escribir sobre la banda terrorista me aconsejaron una temporada revisar los bajos de mi coche o al llegar a mi medio de comunicación, el personal de seguridad pasaba un espejo por debajo…
Pero también yendo de vacaciones en una ocasión me encontré a un guardia civil retirado, amenzado por ETA que llevaba dando tumbos por Francia, Holanda y media Europa… Me lo encontré en Andorra. Si se acercaba a ver a su familia, le mataban y así llevaba más de diez años.
ETA ahora dice, que pese al desarme, «el proceso no está acabado» al tiempo que apelan a dar pasos para «lograr la paz», curioso porque la guerra solo la iniciaron ellos y los democrátas no dimos ni una sola batalla, solo nos defendimos con el Estado de Derecho.
Este 8 de abril  hará entrega de cientos de subfusiles, fusiles de asalto, armas cortas y kilos de explosivos y se lo entregará a las autoridades francesas, después de su recolecta por los zulos o montes donde las tenían escondidas… ¿Cuántas dejarán de entregar? Han pasado más de cinco años y buscaban un acuerdo, pero ningún Gobierno se lo ha querido dar y ahora quieren escenificar un desarme unilateral y piden la verificación internacional. Hay que hacer demasiados actos de fe para creerles, porque algunos de ellos la única profesión que han tenido ha sido la de matar. No saben hacer otra cosa.
Muchos periodistas aún soñamos con un titular que diga: «El fin de ETA». No nos vale, por tanto, su desarme, sino su disolución y su desaparición definitiva.

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