La última vez que estuvo en el Congreso de los Diputados como gobernador del Banco de España (junio de 2000) para explicar las cuentas de su entidad y su visión de la marcha de la economía, como siempre con la pedagogía en sus palabras, recibió el más cálido y prolongado aplauso de los diputados de todas las formaciones políticas y periodistas presentes en la Comisión de Economía, algo que no ha ocurrido desde entonces con nadie. Hombre tranquilo, de hablar pausado, siempre se aprendía con él ante lo didáctico de su discurso.
No en vano, uno de los libros más utilizados en todas las facultades de Económicas y Empresariales es “Renta, precios y Balanza de Pagos”, surgido de su labor como profesor universitario. Para muchos fue el “maestro de una generación de economistas españoles”, como lo definió el ex ministro de Economía, Pedro Solbes.
Pero a su labor pedagógica hay que sumar su quehacer en el Banco de España, donde con sabiduría supo diseñar la política monetaria durante muchos antes, antes de que España entrara en el euro, además de su contribución a fortalecer el sistema financiero español.
Su llegada al Banco de España se remonta a 1971, con el cargo de director general de estudios, diecisiete años más tarde sería nombra subgobernador y, cuatro años más tarde (1988) gobernador, cargó que ocupó hasta julio de 2000. Su labor inicialmente no fue fácil, al tener que recuperar la independencia y autonomía de la entidad tras el escándalo del caso Mariano Rubio. Para lograr esta autonomía aplicó concienzudamente la Ley de Autonomía del Banco de España, en cuya elaboración participó. Pero además, de su buen hacer cabe destacar su activa participación en la gestación y nacimiento de la moneda única. Por su reconocido prestigio internacional ocupó la vicepresidencia del Instituto Monetario Europeo, el germen de lo que hoy en día es el Banco Central Europeo, entidad de la que también ha sido consejero desde su salida del Banco de España.
Acreedor de numerosos premios, como el Rey Juan Carlos de Economía (1986), Rey Jaime I de Economía (2006), y Doctor Honoris Causa por varias universades (Alcalá o Alicante), Luis Ángel Rojo, también era académico de la Real Academia de la Lengua, ocupando el sillón “f”. Como académico demostró su gran cultura y versatilidad ya que su discurso de ingreso (2003) trató sobre la “sociedad madrileña y la época de Galdós”. Pero además era conocida su afición por la pintura por la que colaboraba con la Asociación de Amigos del Museo del Prado.
También era académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1984), así como tesorero de la Asociación Internacional de Economía entre 1983 y 1986. Tras su marcha del Banco de España, y después de participar como consejero del Banco Central Europeo, ha formado parte del consejo de administración del Banco Santander y de la Corporación Financiera Alba.
En una de sus últimas declaraciones públicas (octubre de 2008), ya fuera de la cautela que siempre respetó como gobernador, no escatimó explicaciones para definir la situación de crisis, arremetiendo abiertamente contra quienes deberían haber hecho algo desde el FMI, el BCE o el Banco Mundial. Una de sus más duras críticas que jamás hasta entonces se había escuchado en ese todo se dirigieron contra Dominique Strauss-Kahn, asegurando Rojo que “en los últimos 10 días –decía estas palabras el 19 de octubre de 2008- ha sido como para se se dedique a otra cosa”.
A la vista de que toda la economía mundial empezaba a desmoronarse, Rojo definía claramente la situación y lo que “no” se estaba haciendo para evitarlo: “Cuando se están hundiendo los bancos, el FMI no puede entrar en el escenario y decir que la situación es terrible, que los bancos se van a hundir. No me fastidie, ¿usted qué ha hecho? ¿Ha hecho una política sensata de suavizar las cosas y mejorar a los bancos? No. Entonces, ¡cállese, por Dios! Ni Greenspan, ni el FMI, ni el BCE me parece que han funcionado bien”, llegó a explicar casi irritado por lo que estaba ocurriendo y hasta se mostró partidario de reformular el BCE, porque pese a que debe vigilar la inflación, lo que no puede hacer “es ponerla por delante de todo cuando hay otras cosas que están funcionando mal”.
Y en uno de sus últimos análisis que se le conocen sobre la situación económica española, tras afirmar que las medidas para afrontar la crisis se habían adoptado con “un retraso muy considerable”, por lo que su duración “será mayor” que en otros países, sobre todo, por el impacto de la burbuja inmobiliaria. No obstante, vaticinó que “las medidas funcionarán, aunque tardarán porque lo de la construcción ha sido un disparate”.
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