Zapatero intenta poner orden

25/05/2011

Luis Díez.

Tras el espectacular triunfo electoral del 22M que ha teñido de azul el mapa de España, el líder del PP, Mariano Rajoy, fue acogido este miércoles con prolongados aplausos por los parlamentarios de su grupo. En cuanto se puso en pie para preguntar al presidente Rodríguez Zapatero sobre el paro juvenil, que afecta al 45,39% de los menores de 25 años, recibió la primera ovación, seguida de otra tras repicar a Zapatero. Los socialistas (no todos) secundaron la acción aplaudiendo acompasadamente al presidente. Entonces José Bono cortó la competición de aplausos diciendo: “En el Diario de Sesiones pondrán ‘muchos aplausos’, pero ya es suficiente”.

Quitando una pregunta de Joan Ridao, de ERC, a Zapatero, sobre si después del batacazo electoral del domingo y del movimiento de los indignados en toda España va a cambiar su política para cumplir el programa con el que se presentó a las elecciones –el presidente le contestó que no– el interés del pleno fue escaso, pues Rajoy se condujo de un modo elegante y Josep Antoni Durán i Lleida, de CiU, no mencionó el resultado en su pregunta al presidente sobre la escasez de recursos para sufragar la atención a las personas dependientes.

El interés estuvo en los pasillos, en saber si el presidente y los barones se aclaran. Zapatero, Blanco, Bono, Chaves, Rubalcaba, Alonso y Chacón se reunieron en la sala del Gobierno que hay en el Congreso para ver cómo salen de esta. Zapatero insiste en que hay que hacer primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno. Sin embargo, son ya demasiados los que piden un congreso extraordinario, abierto y con concurrencia de candidatos a la secretaria general, que es lo que corresponde a la tradición histórica del PSOE.

Las primarias son un procedimiento “importando e impostado” –recuerda Alfonso Guerra– y nunca han ayudado al PSOE a salir de la crisis –recuérdese el fiasco de la sucesión de González entre Joaquín Almunia y José Borrell–; en cambio, han proporcionado décadas de crisis al Partido Socialista Francés. El lehendakari Patxi López, conocedor de la tradición socialista desde su tierna infancia, reclama un congreso extraordinario. Algunos barones derrotados y en el filo de la navaja, como el extremeño Guillermo Álvarez Vara, se han sumado a su propuesta.

En esta tesitura, Zapatero insiste en las primarias para conservar la secretaría general en sus manos y en las de Blanco, con el fin, entre otras cosas, de colocar a sus fieles en las listas a próximas elecciones generales. No obstante, ha convocado una cena para el jueves en La Moncloa para que la sangre no insista en expresarse. Quiere seguir de secretario general y alcanzar un acuerdo interno que pasaría por la convocatoria de primarias el sábado en el comité federal, previo pacto para que haya un solo candidato –supuestamente, Alfredo Pérez Rubalcaba, que controla el proceso de paz–. De este modo no tendrían que celebrar los comicios internos. Y después de las generales, un congreso abierto permitiría regenerar el liderazgo, la organización y el ideario.

De momento, todo son hipótesis y ruido, mucho ruido. Pero por ahí van los tiros. Rubalcaba de “liebre”, “liebre mecánica”, según Bono, y los demás, corriendo detrás sin cansarse demasiado hasta el momento del sprint final, como en los Juegos Olímpicos de 2012.

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