Malos tiempos para la propaganda y los circos

28/04/2017

Maite Vázquez del Río.

Las maniobras de Unidos Podemos no dejan de sorprenderme. Estaba bien el punto de partida, la insatisfacción e indignación del 15-M, pero a sus líderes se les está yendo de las manos el poder que han logrado en las urnas. Tras Vistalegre II su líder, Pablo Iglesias, no ha dejado de perder los papeles y eso no nos la debe «pelar», sobre todo porque por las formas también está perdiendo el fondo y lo que parecía iba a ser la solución para España ahora resulta que nos da ‘miedito’ por lo que se puede avecinar: un protagonismo desmedido sin sentido, y con el único afán de llegar a La Moncloa.

Y además de sus expresiones malsonantes en una tribuna por donde han pasado insignes oradores como el moderado Cánovas, el republicano Castelar, el progresista Sagasta, el demócrata Pi y Margall o el seductor Menéndez Pidal, no provoca más que hacernos pensar que las formas son muy importantes. Las ideas se pueden expresar de muchas maneras, pero con educación. Por utilizar el lenguaje de los bares no se gana en razones. A Iglesias le falla hasta su tono de indignación cuando más que expresar malestar deja entrever sus ansias de poder y de ser la segunda fuerza del país.

Y ahora llega con una moción de censura. Cuatro meses después de haberse evitado una tercera ronda de elecciones generales. La corrupción no está haciendo más que aflorar y conocerse en casi todos sus vericuetos. Pero la operación Lezo con todas las líneas rojas rotas con el poder judicial y hasta con medios de comunicación, la banda Pujol con la matriarca a la cabeza, y el resto de los casos con los indeseables que creían haberse ido de rositas siguen saliendo a la luz… Todo demuestra que el sistema sigue funcionando, pese a sus imperfecciones y al control que parecía tener el PP en todos los estamentos.

Y a eso nos dedicábamos cuando Unidos Podemos presenta su moción de censura, en solitario y casi con alevosía, sin negociar con nadie, sin hablarlo con nadie y aún a sabiendas que no va a prosperar. ¿Qué sentido tiene sino hacerse oir de esa forma y hasta desviar el foco de lo que realmente nos preocupa? Eso suena más a hacerse publicidad y propaganda. Iglesias parece creerse el ombligo de España y lo que hacía en su programa televisivo de censurar a los tertulianos que no le interesaba ahora resulta que manu militari dicta que no vaya uno de los suyos, porque no representa su misma corriente dentro de su formación aunque forme parte de su ejecutiva. Quita a Íñigo Errejón para poner a Irene Montero como analista político en un medio de comunicación privado, como si lo que él decide fuera a Roma. Y se molesta e incendia las redes sociales con sus correligionarios porque su dictado no ha sido aceptado por ese medio de comunicación que para más inri es privado e invita a quien quiere. Las dictaduras nunca son buenas, aunque según presume Iglesias la suya le fue otorgada por el poder de la calle.

Los mimbres que muestra Unidos Podemos parecen más bien como el de una pandilla que van juntos hasta al lavabo. Solo hay que ver sus presentaciones marcando presencia de derecha a izquierda y en dos filas, todos a una, que más parece una banda a punto de atracar la sala de prensa del Congreso.

Y qué decir de su «Tramabús». Los españoles, de verdad, no somos tan tontos. Que hay corrupción lo sabemos y los señalados en el autobús los conocemos de sobra. ¡Ni que nos estuvieran descubriendo América! ¿En qué comunidad o ayuntamiento no se han dado cuenta sus respectivos ciudadanos? Desde colocaciones a dedo de familiares a trapicheos de todo tipo. Esas cosas se saben… La justicia, la policía, la guardia civil y hasta los medios de comunicación lo que hacen es buscar las pruebas que lo corroboren y llevar a los malhechores donde deben estar. ¡Ojalá devuelvan todo lo que se quedaron y paguen con cárcel su osadía de robarnos! No hace falta que nadie nos ponga un autocar con las caras de los más conocidos, llevamos casi una década empapándonos de todas las tramas y chorizos que hay en nuestro país.

No necesitamos un autobús que nos enseñe lo que ya sabemos. Se me ocurre que el gasto de alquilar el autobús, en gasolina, averías y en tiempo lo podrían dedicar a los que verdaderamente lo necesitan, esos ciudadanos que lo están pasando mal, a los que la crisis volvió vulnerables, a los que día tras día siguen perdiendo derechos… Desplieguen toda su sabiduría y sus ganas de hacer las cosas a base de propuestas parlamentarias, negociando con todos y déjense de propagandas y circos con los que lo único que hacen es malgastar el dinero que les han dado los Presupuestos Generales del Estado… Los que votan a diputados solo esperan que trabajen al cien por cien de diputados e intenten cambiar las cosas que prometieron iban a cambiar. ¿Es mucho pedir? Para gobernar, solo hay que consultar con las urnas.

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