El suspense domina el momento político y la consiguiente acción parlamentaria. ¿Ganará Pedro, ganará Patxi, ganará Susana? Los socialistas viven con pasión la intriga de las elecciones primarias para elegir secretario general. Lógico. A unos les va el cargo y el condumio en ello y a todos el ser o no ser del tío Sakespeare. El Gobierno y las demás fuerzas políticas también contemplan el duelo y desfile de banderías con mucha atención. Al presidente Mariano Rajoy le interesa que gane Susana Díaz o, al menos, eso han dicho desde el PP. No es lo mismo tratar con una persona con experiencia de gobierno como la presidenta de Andalucía que con aquel perdedor empecinado en el «no es no» que insiste en volver por sus fueros.

El desenlace de este apasionado suspense, ante el que otros asuntos tan importantes como el pacto educativo o la revisión del sistema de pensiones siguen parados, se conocerá tras las elecciones internas del domingo, 21 de mayo. Desde este martes, 9 del corriente, los tres candidatos están formalmente en campaña. En la recogida de firmas entre la militancia ha ganado Díaz, con 60.231 avales, según la cifra oficial y definitiva. Sánchez ha conseguido 60.231 y López, 10.866. Pero en los actos que llevan celebrados a lo largo y ancho de la geografía, el defenestrado Sánchez ha llenado pabellones, parques, cines y polideportivos, mientras que Díaz ha demostrado menor capacidad de atracción y en algunas plazas como Ibiza se ha tenido que conformar con mítines de bolsillo.

Aunque Díaz cuenta con el respaldo de los principales mastodontes del parque jurásico del pasado y de los barones que gobiernan en Extremadura, la Comunidad Valenciana,  Aragón y Asturias (la presidenta de Baleares, Francina Armengol, apoya a López, igual que la dirigente vasca, Idoia Mendia), nada asegura que sus misiles scut contra el meteorito Sánchez alcancen el blanco y les les libre de la perplejidad que siempre produce la pérdida del poder. Hay muertos vivos lo mismo que hay vivos moribundos. Y a Sánchez no lo mataron bien. La oportunidad de los militantes de base de de mandar a los establos de Augías, que huelen fatal, a los viejos dinosaurios es un placer del que muchos no se quieren privar.

La derrota de Díaz «la ganadora», tras ocho meses de acción política de una gestora claramente escorada hacia su causa, tendría unas consecuencias poco deseables para el Gobierno de Mariano Rajoy en minoría. Diputados y ministros del PP no dudan de que con Sánchez volvería la inestabilidad. Algunos advierten sobre el riesgo de que el primer partido de la oposición no respete el pacto de estabilidad y el techo de gasto público, tan necesario para contener el gasto y mantener la confianza. Y no faltan los que, puestos a malas, contemplan unas nuevas elecciones generales. La encuesta que el CIS difundió este martes abona esa hipótesis y otorga la mayoría absoluta a la conjunción de populares y ciudadanos.

Mientras el pleno del Congreso votaba a favor de una proposición no de ley para sacar los restos de Franco de la basílica del Valle de los Caídos y devolvérselos a la familia, que ya es hora (también los de José Antonio Primo de Rivera), en los pasillos se «hipotizaba», que diría González Márquez, sobre el suspense de las primarias del PSOE, algo que la derecha de ley y orden, más partidaria del dedazo, no acaba de digerir y algunos dizque socialistas, tampoco.