Dedazo ha sido ahora el de José Luis Rodríguez Zapatero, que deja en buen lugar el que dio Aznar. Este paso atrás de Carme Chacón, sabiendo que quería presentarse, que tenía un proyecto vivo de regeneración, de una recuperación de la socialdemocracia, de giro de políticas de Estado hacia la supresión del paro juvenil y la separación con respecto a las normas dictadas, hoy por hoy, por los mercados, no deja de ser un dedazo encubierto. En su día nos llevamos las manos a la cabeza cuando José María Aznar, en plan sucesorio, designó a Mariano Rajoy como delfín. Esto es una democracia, no una monarquía absolutista, pensamos por entonces. Sin embargo, después de ocho años presumiendo, en el PSOE, de mantener un linaje democrático, esta manera de ahora de imponer a Alfredo Pérez Rubalcaba, ¿qué es sino un dedazo camuflado? Aznar, al menos, fue mucho más honesto: iba de lo que era, pero no pretendía vestirse de otra cosa; en el PSOE, en cambio, andan rebuscando entre todos sus varios costureros un dedal lo bastante opaco como para poder cubrir tanto dedazo.

El comunicado de Carme Chacón ha sido el siguiente: yo quería presentarme, quería ser candidata, porque tenía un proyecto. Sin embargo, doy un paso atrás, me retiro, porque sé que en estos momentos, con la situación de pugna creada en torno a unas posibles elecciones primarias, porque contribuiría a un viento convulso en el partido que podría desestabilizar no sólo a la cúpula directiva del PSOE, sino también al propio Gobierno y, por ende, a la ciudadanía. A Carme Chacón la han convencido de que debía retirarse por ese bien de todos tan cambiante, y ella ha decidido que la fuerza, unida a la generosidad, es una manera de vencer. Ella ha escogido la generosidad, en su lealtad al partido, y supeditar su proyecto y su programa a la estabilidad el partido.

Ha perdido el PSOE. Ha perdido Alfredo Pérez Rubalcaba, deslegitimado a la vista por unas maniobras más presuntas que explícitas, mucho más cercanas a la teoría propuesta en El Príncipe de Maquiavelo que en la tradición de las primarias. Han ganado, retrospectivamente, Aznar y Rajoy, porque aquel dedazo, al menos, fue sincero. Pierde Zapatero, otra vez, desautorizado por varones que mandan más que él en su partido, y además con las mismas maneras que criticó hasta hoy. Gana Carme Chacón, porque el futuro es suyo.