Luisa Sobral, un regalo para el universo musical

24/05/2017

José Sabán. Una llamada de atención para los países que como el nuestro adora y siente la música pero que camina sin rumbo

El reciente festival de Eurovisión nos ha regalado Amar per Dois, un tema de una joven compositora, Luisa Sobral,  de tan solo 29 años que lo hubiera firmado el mismísimo Antônio Carlos  Jobim, conocido artísticamente como Tom Jobim,  para mí uno de los más grandes compositores, si no el que más, de todos los tiempos,  dentro de las llamadas Músicas Alternativas  a la Música Clásica.

Durante esta semana he oído a tertulianos decir que es una canción normalita o una vulgar balada, a cantantes españoles que es un tema bastante simple y así todo, en mi modesta opinión, banalidades, como si en España fuéramos sobrados.  Y mientras tanto los críticos, ni siquiera han sabido decirnos el estilo preciso de Amar per Dois y eso ya me parece más preocupante.

Después de analizar la armonía (base sobre la que camina la melodía) de Amar per Dois,  parecería por su armadura que estuviéramos ante un tema escrito en tonalidad de Fmaj7 (Fa con 7ª mayor) pero que en realidad es de «Dm (Re menor) armónica»,  la cual queda retratada entre otras cosas por el acorde A (La mayor) de la introducción y  del chorus B, una tonalidad que no abandona en todo el tema salvo por pasar transitoriamente a la tonalidad de Fmaj7, «tonalidad estrechamente relacionada con la anterior con la que comparte armadura»,  cuando pone un acorde de Am (La menor) en el chorus C, siendo chorus un anglicismo utilizado en jazz para definir las distintas partes de una canción si bien en la jerga de la música pop y rock se utiliza chorus también como sinónimo de estribillo, aunque para éste, en mi opinión,  si recurrimos a un anglicismo,  sería más apropiado el término refrain.  Esta forma de caminar por una sola tonalidad como hace Luisa en su tema es algo inusual ya que las composiciones normalmente se desarrollan en al menos dos tonalidades bien diferentes. El  compás al que recurre es 3/4 (leído 3 por 4), excepcional también en nuestros días, al estilo del legendario Moon river, compuesto por Henry Mancini (música) y  Johnny Mercer (letra) en 1961 para Audrey Hepburn en la película «Desayuno con diamantes»  y que resultó ganadora del Oscar a la mejor canción original de aquel año. Al año siguiente ganó el Premio Grammy.

Con esta tonalidad, Dm armónica, y este compás, 3/4, Luisa nos confecciona un tema más que grandioso, sublime, lleno de acordes maj7, acordes disminuidos y acordes dominantes alterados, además de variaciones de los acordes pertenecientes a la tonalidades  de Dm/Fmaj7 que,  siendo menores, Luisa los convierte en mayores como por ejemplo los acordes dominantes G7 (Sol con 7ª menor) de la introducción y del chorus B y  el de D7 (Re mayor con 7ª menor) del chorus C) . Todo ello una mezcla explosiva que deja perplejo al estudioso de la música y lleva al éxtasis  al oyente, y que está al alcance de muy pocos compositores, esos que están bendecidos con ese don que les permite desafiar las reglas de la armonía como lo hacía Jobim constantemente en sus composiciones y por lo que será venerado por generaciones y generaciones venideras de músicos.  El cromatismo que da paso al chorus A desde la introducción desde un acorde de G (Sol) a uno Fmaj7 (Fa con 7ª mayor) metiendo en medio un acorde Gb (Sol bemol) seguido de otro Gb con b5 (quinta bemol), todo ello con el mismo fraseo melódico un semitono más abajo, resulta realmente espectacular. Sólo con oír esta introducción con los ojos cerrados una y otra y otra vez bastaría para saber que estamos ante algo diferente. Y de la duración del chorus A ¿qué podemos decir?, absolutamente genial, Luisa aquí desafía las reglas de la armonía convencional apostando por una frase nada académica de 15 compases, que le obliga a añadir un compás adicional que da entrada al chorus B, que en este caso si es absolutamente académico, durando 16 compases.  De hecho el chorus A cuenta en realidad con dos frases de 7 compases metiendo al final de cada una de ellas un compas de relleno. Tal desafío respecto al número de compases, que por norma deben ser pares, además de múltiplo de 4 y no más de 16,  nunca lo habíamos visto en Jobim pero si en Aerosmith en su exitoso tema «I don´t want to miss a thing» (autora Diane Warren, 1998), con ambos chorus A y B, de 7 compases separados por un bridge de 3 compases, y en los Beatles en su célebre Yesterday  (autor único Paul McCartney aunque esté registrada por Lennon-McCartney, año 1965)  que tiene igualmente un chorus A de 7 compases. Este hecho inaudito, musicalmente hablando,  forma parte de la grandeza de ambos temas y nos habla de la enorme personalidad de sus autores, que al igual que Luisa,  tampoco se adhirieron  a normas estrictas,  pero que a diferencia de ella no añadieron ningún compás de relleno para que parecieran 8 compases, consiguiendo el efecto sonoro que perseguían,  sin que el oyente sepa realmente que está pasando. Como decimos,  Luisa deja reposar el tema con un compás de más construyendo su chorus A con 2 frases de 7 compases mas 2 añadidos con solo música, uno detrás de cada bloque de 7,  pero ello no le resta belleza a su singular fraseo y además consigue algo inesperado, sorprender al oyente y al músico que esperan un cambio de tonalidad en el chorus B que luego no se produce, así, la melodía cambia de notas y éstas son además más agudas pero sigue caminando sobre una tonalidad «Dm armónica», una genialidad más que deja entrever su enorme talento.

El éxito inesperado de un tema de tanta calidad debería servirnos para hacer un examen colectivo de conciencia y reconozcamos, de una vez por todas,  que musicalmente hablando no estamos a la altura de los mejores y que lo más triste es que por más programas de concursos musicales que hagamos en España el panorama no va a cambiar al menos en los próximos 50 años y digo pocos. ¿De qué sirve tanto talento como el demostrado en los programas La Voz / La Voz Kids, si apenas contamos con profesores capacitados para dirigirles sus carreras y los que hay no están suficientemente reconocidos y pagados? o ¿es que acaso los coaches y sus ayudantes lo son?. Creo que resulta obvio que muchos de  los  apeados en los castings cuentan con mayor talento que algunos de los seleccionados.  Todavía resuena en mis oídos  Over the Rainbow (autor Harold Arlen, 1939) interpretado por Xin Ye en «La Voz 4» sin que ninguno de los coaches se diera la vuelta ante el estupor general y no digamos el de la propia intérprete, un documento visual y sonoro que los incrédulos pueden ver en internet (http://la-voz.es/ -xin-ye-over-the-rainbow -la-voz-4), que produce vergüenza ajena y en mí irritación cada vez que lo veo aunque la he ido amortiguando con el tiempo, debe ser la edad y la resignación, «es lo que hay»  me digo una y otra vez.  Otra cosa bien distinta es entre bastidores, ahí sí, en el backstage ves profesores muy bien  formados y con grandes dotes para la docencia pero con el poco tiempo de que disponen y con esos temas que les dan, en su mayoría insulsos y poco arriesgados, difícilmente pueden enseñar nada interesante a nuestros jóvenes. Temas con apenas acordes maj7,  disminuidos, o dominantes alterados y así nos va, tenemos todas las papeletas para que nunca hagamos uno como Amar per Dois.  En música,  si hablamos de calidad,  las casualidades no existen.

El problema, en mi opinión,  no se soluciona ridiculizando sin piedad al participante español de Eurovisión, que fue víctima de un despropósito pero no de los que llevan el cotarro de Eurovisión sólo sino de los que manejan todo el panorama musical español, un panorama que lleva desde hace años dando tumbos sin encontrar su rumbo. Deberíamos tomar nota de lo que hizo Portugal, y no me refiero a llevarse un premio sino a ir a los eventos «sin preocuparse por ganar», en palabras de Salvador Sobral, simplemente «apostando por la calidad» y lo más importante, incorporar esto mismo a nuestro día a día.  Mejoremos la asignatura de música que impartan a nuestros hijos y nietos, enseñémosles a apreciar lo bueno de lo malo en casa, a diferenciar, en escuela y casa,  los diferentes estilos, a conocer lo que aportaron los mejores compositores o  intérpretes de la historia, facilitemos, especialmente a los que muestren inquietudes, que aprendan lo esencial de un instrumento,  además de la flauta por favor, preferiblemente un teclado (que los hay pequeños), para que toquen lo que les guste,  y a los que tengan una facilidad especial,  pongamos a su alcance todo lo que esté de nuestra parte, que vayan a las escuelas de «música alternativa», como se va en USA, desde edades muy tempranas,  para que la música forme parte de su vida, que no tiene por qué ser de una forma profesional. Hagamos una apuesta por la música mejor que por el móvil y los videojuegos que tanto «idiotiza» a nuestros jóvenes, demostrémosles que, a igualdad de tiempo,  es como mínimo igual de divertido y, a la larga, mucho más gratificante.  Finalmente, tenemos que  exigir mucho más a nuestros críticos, compositores  y productores, a los primeros que se formen bien para que luego nos formen, a los  otros dos que salgan fuera, ya que aquí vamos con muchísimo retraso,  con las mejores becas para los más capaces, y que a su vuelta huyan de lo comercial, que apuesten por la calidad, que también vende.  Además de ello supervisemos los programas musicales que promocionan basura de forma que esta sea la justa (la canción del verano por ej) y creemos  una amplia gama de programas musicales de estilos variados pero persiguiendo la calidad, eso sí, no de madrugada como ocurre en  la TV y radio actuales, sino alternando con otros programas culturales,  que tan necesarios son para enriquecernos y hacer de nosotros una sociedad menos embrutecida  y por ende mejor formada y especialmente sensible con el arte y dentro de éste, por su relación con el tema que aquí nos ocupa, con la música.  Propongo darle la vuelta a la situación actual y pasar la buena música al día, mejor en prime time, antes y después de las noticias,  y  la música-basura a la noche y es que estoy  firmemente convencido de que sólo desde el conocimiento se pueden saborear todos los matices que encierra un tema como Amar per Dois. Sin conocimiento solo podremos decir, me gusta/no me gusta, me emociona/no me emociona, o como decíamos anteriormente, es una baladita normal.

Por último,  a ver si de una vez por todas, somos capaces de hacer un sonido musical español, algo que nos identifique, dejando aparte el Flamenco, para mí sagrado, huyendo, por un lado de la llamada música latina, tal vez bailable y divertida pero que armónicamente hablando  es muy pobre y lo más gracioso es que no tiene nada nuestro más allá del idioma ya que es de raíces afrocubanas, dominicanas y puertorriqueñas,  y por otro lado, hay que huir también del topicazo del flamenquito, ese tufillo del que nunca nos desprenderemos mientras los coaches televisivos, y por ello más influyentes, sean los que son.  Además de añadir acordes cuatriadas a nuestras composiciones, ausentes en la mayoría, propondría meter siempre o casi siempre en los temas lentos una guitarra española, que no flamenca, darle más protagonismo a la cuerda de nylon incluso en los temas rockeros, buscando un pop, un rock alternativos o incluso, yendo más allá,  una «black music» alternativa.  Aunque muchos meten en este cajón de la black music también al pop y rock para mí  solo deberíamos meter el R&B moderno y otros derivados del soul como el hip-hop. Tenemos que aprender a sentir la black music como la sienten en los países anglosajones no solo por los cantantes de color, ya que esta música, a pesar de  incorporar en su nombre el término black no tiene que hacerse necesariamente, como en su época el jazz, por músicos de color, es un sentimiento, y como tal cojámoslo y hagámoslo nuestro, démosle nuestro sello. Conseguir un sonido pop, rock, y black music a la española  sería fantástico, algo que el oyente extranjero identificaría fácilmente con nuestro país cantemos o no en castellano. Es verdad que el «rock moderno» mete mucha guitarra acústica pero no es exactamente lo mismo.

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