Todavía no salgo de mi asombro. El exhonorable Jordi Pujol ha vuelto al ruedo de la política desde un blog dando su visión sobre el actual proceso que vive Cataluña. Nada más y nada menos que pide a los catalanes «movilizarse» si no quieren ser «disueltos». Si estuviera escribiendo en el Whatshapp pondría caritas de asombro sin parar… aunque también puede servir «El grito» de Edvard Munch.

El expresidente de la Generalitat cuyo nombre sale, día sí día también, relacionado con las famosas comisiones del 3% y hasta del 7%; que presuntamente usó a sus hijos y su esposa, la «madre superiora», para mover todo el dineral que cobraba de peaje por todas las obras que se hicieron en Cataluña, resulta que ahora ve a esa Cataluña que esquilmó «amenazada» y pide a los catalanes que se movilicen.

En su opinión, el peligro viene de la «propuesta lenta de disolución», que a saber quién la propone porque hasta ahora desde el Gobierno central su única propuesta es decir «no» a todos los intentos de saltarse el orden Constitucional de algunos de los partidos -los nacionalistas- presentes en el Parlamento catalán.

Y como el asunto del referendum, la secesión o la independencia se ha salido ya tanto de tiesto (de llegar a producirse el referendum y no conseguir el sí, ya está preparada la ley catalana de desconexión), el exhonorable considera que si todo vuelve al cauce anterior pues «volveríamos a mucho tiempo atrás. Correríamos un riesgo grave de residualización de Catalunya».

Para no vover a ese tiempo «mucho atrás» -digamos que desde 2015- pues pide a todos los activos «morales (qué sabrá él de moralidad, me pregunto) y económicos, culturales y técnicos, sociales y políticos que se movilicen. ¡¡¡Ojo!!! que en su blog une con una «y» los activos morales «y» económicos (¿le habrá fallado el subconsciente?).

Y cual profeta en su tierra aventura el «creciente distanciamiento» con el resto del Estado. ¿Quién se está distanciando de quién? Porque hasta ahora con el erario de catalanes y españoles se están pagando viajes, proyectos, estudios, presentaciones… en busca de apoyos a esa independencia que nadie parece escuchar, ni en Estados Unidos, ni en Marruecos, ni en la Unión Europea… y, evidentemente, ni en España.

Así las cosas, tal cual las ve, Pujol se muestra esperanzado porque Catalunya ha «sabido blindar algunos de sus pilares» en las últimas décadas. Este sería el caso de su lengua (tras unas décadas de política hostil, se referirá a la época franquista… porque que yo sepa desde que pasamos a ser una democracia de pleno derecho, nadie ha puesto una objeción al catalán, al vasco, gallego, valenciano, balear… o andaluz…).

También asegura que se ha salvado su «cohesión y su convivencia», como si alguien hubiera ido en contra de ello, cuando la cohesión y convivencia se ha trabajado en todos los rincones de España, incluido dar cabida a los inmigrantes, e integrarles en nuestra sociedad. De esta acción Pujol considera que es solo Catalunya la que es un «referente europeo».