El parto presupuestario

31/05/2017

Luis Díez.

El Gobierno ha sacado adelante el Presupuesto para este año. El parto presupuestario se ha hecho con engrase y linimentos al PNV y Nueva Canarias. El presidente Mariano Rajoy está contento porque el coste del cupo vasco y la compra del voto del rojo insular no supera los mil millones de euros ni descuadra las cuentas del Reino de España. Desde el lunes hasta la votación final, este miércoles, 31 de mayo, se celebró el desfile de ministros para defender sus cuentas. En este trámite, el bloque gubernamental sólo aceptó tres enmiendas menores y una de campanario para dotar con 4 millones más el fondo de Sanidad y Asuntos Sociales contra la violencia de género. Casi todas las demás modificaciones fueron vetadas en la comisión presupuestaria.

El Ejecutivo sólo contaba con 176 votos para aprobar el Presupuesto, por lo que las votaciones de la tarde del martes y la mañana del miércoles exigían la presencia de todas sus señorías del PP, C’s, el PNV, Coalición Canaria y Nueva Canaria. Algunos acudieron constipados y enfermos. Y la diputada de CC, Ana María Oramas, votó desconsolada por la inesperada muerte de su padre. Pero el deber era el deber y no podía ausentarse. Durante la votación, una señoría de C’s rodó por el suelo: se le rompió el sillón. Un colega exhibió la base rodante del escaño como si fuera un trofeo. Algunos aplaudieron. La presidenta los reprendió: «Señorías, esto no es un circo, con perdón del circo».

El diputado de Nueva Canaria, coaligada con el PSOE, Pedro Quevedo, tuvo la llave del Presupuesto y dio luz verde a cambio de una dotación de 180 millones  para bonificar el transporte interinsular canario y otras mejoras. «Somos nacionalistas de izquierdas, pero no gilipollas», comentó al cronista en alusión a los beneficios para sus electores que, a lo último, es lo que importa. Ya lo dice el refrán: «Dame pan y llámame perro». Y también lo dijo Fraga: «Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error».

Abrió el desfile ministerial el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro. Exhibió un cierto entusiasmo porque vamos a crecer al 3% o así. Estamos endeudados hasta las cejas, pero no importa. El valor de todo lo que producimos en un año apenas alcanza para pagar la deuda pública, cifrada en un billón de euros. Quiere decirse que debemos 24.256 euros per cápita y que, como subrayaron el socialista Antonio Hurtado y el nacionalista catalán Ferran Bel, nueve euros y medio de cada cien se nos van en pago de intereses, pero tampoco hay que dramatizar. La novedad fue la evolución conceptual de los podemistas, cuyo portavoz en este punto, Alberto Garzón, ya no citó la «deuda odiosa»; por el contrario, se refirió a las mejoras sociales en el venturoso Portugal.

La bajada del IVA de las gafas graduadas y de los espectáculos en directo del 21 al 10% fue el gran asunto de populares y ciudadanos, pero suscitó por comparación la crítica de la oposición. Joan Capdevila, diputado de ERC, veterinario y buen orador, dijo que nada podemos esperar de una España donde se tributa más por curar a un perro que por ver matar a seis toros. También tributa más ir al cine, a una exposición, al zoo o a una feria de arte que a un partido de fútbol, aunque ninguna señoría criticó el espectáculo futbolístico, por si acaso.

La socialista Mercé Perea se empleó a fondo contra la pérdida de dinero de los pensionistas. Reprochó a los de C’s la contradicción de votar con el PSOE, UP y los nacionalistas a favor de una subida de las pensiones de al menos el 1,5% para acercarlas al IPC y luego, a la hora de la cierto, aceptar el incremento del 0,25% decidido por el Gobierno. El debate se animó con la intervención triunfal de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Repartió más millones que en Jauja: 5.400 más para las autonomías, 1.012 de los fondos europeos para los ayuntamientos, 2.000 para políticas activas de empleo, contratos fijos para los interinos y reposición de las plantillas de funcionarios, menguadas durante la crisis.

Como si las autonomías fueran insuficientes y la «ventanilla única» hubiera caído en el olvido, Santamaría anunció un plan de 260 millones para «modernizar» la administración periférica del gobierno central (delegaciones y subdelegaciones) a base de «campañas de imagen», «accesibilidad informática» y «eficiencia». Y en otro orden de cosas, puesto que los malditos yihadistas y los detestables hakers están al acecho para matarnos y cometer estragos, dijo que los servicios de espionaje contratarán a más gente (600 hasta 2020) y contarán con 20 millones de euros más este año.

Su compañera María Dolores de Cospedal, en una intervención de carga hueca, reafirmó el compromiso de destinar a defensa el 2% del PIB. Fue lo que reclamó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la reciente cumbre de la OTAN. «Pero el 2% no es un fin en sí mismo, sino una exigencia para la seguridad de las familias españolas», dijo la titular de Defensa y secretaria general del PP. Desde que llegó a ese departamento repite en todo acto y lugar lo de «las familias españolas» como si las demás (las de los dos millones de inmigrantes) no le importaran.

Comoquiera que el presupuesto militar (7.638,5 millones) es el que más crece porque integra por primera vez los pagos de los grandes programas de armamento que antes se aprobaban por decreto aparte, el diputado de ERC Gabriel Rufián, no perdió comba y saltó: «Eso, que las familias coman balas y tanques». Y fiel a su estilo contundente y provocador, añadió que faltan médicos y sobran generales y le restregó, a la ministra, que «han muerto más de cien mil personas esperando la ayuda a la dependencia; su dinero se gasta en armas».

De las intervenciones de los ministros de Economía e Industria, Luis de Guindos, y de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, fue destacable el optimismo por lo bien que va la exportación y la afluencia de turistas, sin que, como subrayaron los protavoces de la oposición, ello quiera decir que las ayudas para la internacionalización de la economía lleguen a las pymes ni se aborde la transición energética a las renovables. Por su parte, la ministra de Sanidad, Dolors Monserrat, se presentó como «el alma social del gobierno» y tras atribuirse el mérito de que le New York Times haya elogiado el modelo sanitario español como el más eficiente del mundo, destacó el incremento del 4% del presupuesto respecto a 2016.

Con todo, las cuentas del reino finalmente aprobadas revelan que el crecimiento del 3% irá en su mayor parte a la renta del capital para fomentar (o no) la inversión en la economía productiva, mientras que la renta del trabajo (temporal y precario en su mayor parte) sigue bajo mínimos por mor del abundante y bien cualificado «ejército de reserva». De este modo, la desigualdad social y territorial seguirá aumentando, si bien el crecimiento de la actividad impedirá que lo haga al ritmo que sufrimos hasta 2015.

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