Carlos Andradas: «La Universidad pública debe ser gratuita para garantizar la igualdad de acceso»

06/06/2017

Milagros Asenjo. “El Plan Director de Reordenación de Estructuras de la Universidad Complutense tiene como objetivo favorecer el crecimiento y fortalecer la Universidad y sus estructuras para hacer frente a los nuevos retos en docencia e investigación con una mayor solvencia y calidad”, afirma Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que acaba de iniciar su tercer año de mandato.

Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense (UCM)

Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense (UCM)

El Plan de reestructuración de la histórica institución académica es uno de los objetivos prioritarios del profesor Andradas, ya que en su programa electoral se comprometió a “abordar un proceso serio, valiente y decidido para mejorar nuestro modelo de organización con el fin de poder crecer y mejorar la eficiencia de nuestra tarea docente e investigadora”. Y en ello está. Según el Plan, los departamentos se reducirán un 60% y se pasará de 26 a 22 facultades.

Catedrático de Álgebra, el rector de la UCM, que cuenta con 80.000 alumnos y 5.000 profesores, es autor de más de cuarenta trabajos de investigación en revistas de impacto en el campo de Geometría Algebraica. Científico de renombre internacional, ha sido profesor visitante en numerosas universidades y realizado estancias de investigación en instituciones de Europa y América. Asimismo forma parte de organismos científicos de ámbito nacional e internacional. Su currículum encierra asimismo una dilatada experiencia en el campo de la gestión universitaria, que culminó con su elección como rector el 13 de mayo de 2015.

“Este plan quiere dinamizar y racionalizar estas magnas estructuras”, afirma el rector, quien resalta que “la reordenación de la Universidad Complutense atañe a todas las estructuras: departamentos, facultades y servicios administrativos”. Además, advierte de que, después de un año de discusión, pero formalmente desde hace seis meses, “cuando pusimos el plan por escrito, hemos visto que necesitábamos velocidades distintas para cada una de las estructuras”.

– Hablemos de esas velocidades…

– Nos hemos centrado en departamentos como objetivo inmediato y, casi  simultáneamente, abordaremos algo  de la reforma administrativa. Y hemos pospuesto, sin abandonarlo, el tema de los centros.

– El Plan Director de Reordenación de Estructuras de la Universidad Complutense ha suscitado reacciones a favor y en contra, ¿cuál es su objetivo?

– La iniciativa tiene como objetivo favorecer el crecimiento y fortalecer la Universidad y sus estructuras para hacer frente a los nuevos retos en docencia e investigación con una mayor solvencia y calidad.  El mundo se va haciendo cada vez más transversal, los grandes problemas son interdisciplinares. El cambio climático, la arquitectura, la sociología o los avances médicos-científicos conviven y se interrelacionan. Hay que utilizar áreas mixtas de colaboración.

– ¿Les ha guiado el ahorro o la modernización?

– Fundamentalmente, nos ha guiado la modernización, la búsqueda de una estructura más rica y más flexible que nos permita afrontar mejor el futuro. Habrá algún ahorro pero no significativo.  No tiene sentido que áreas de conocimiento estén divididas, lo  que impide tener una visión global de las necesidades, porque ahora hay áreas fragmentadas entre facultades y podemos encontrar en unas exceso de personal y en otras, déficit. Incluso se da el caso de enseñanzas idénticas organizadas de manera diferentes. Por tanto, buscamos una organización más racional y sensata, romper en la medida en que podamos los muros o fronteras entre facultades.

– ¿Cuál es el calendario?

– En el  último Consejo de Gobierno aprobamos las directrices para la constitución de los nuevos departamos y se adquirió el compromiso de que antes de finales de junio nos llegaran los propuestas de los centros, que deben ajustarse a las directrices, de cómo configurar los nuevos departamentos. No sabemos cómo serán, pero habrá que debatirlas y negociarlas porque será preciso perfilar alguna. La intención es irnos de vacaciones con todo resuelto. Es decir, que a lo largo del próximo curso quedarán constituidos los nuevos departamentos conforme a los protocolos que  prevén nuestros Estatutos y la programación docente del curso 2018-2019 se hará según la nueva estructura.

– ¿La aplicación del plan Bolonia está limitada por la estructura de las facultades?

– Eso nos ha condicionado. Hay que ir a estructuras más transversales porque la Complutense ha estado condicionada por  una estructura  académica tradicionalmente basada en facultades y esto va a seguir, porque puede tener sentido. Pero puede darse también lo que llamamos estructura matricial, es decir, departamentos sobre los que después se asientan las facultades que, a su vez “chupan” o se nutren de ellos.

Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense (UCM)

Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense (UCM)

– El proceso ha sido contestado desde varios sectores, ¿por qué?

– Hemos intentado convencer a todos de que hay que pensar globalmente en la universidad, en que es lo mejor y ver que es una estructura producto de cómo han evolucionado las cosas, no de que se haya previsto así. Hay que repensar todo, romper determinadas tradiciones y hacerlo con personas con edad media alta, que es más difícil. Es necesario  pensar en el futuro porque estamos tomando decisiones que, probablemente, no nos van a afectar, o al menos en gran parte. Es verdad que ahora estás en un departamento donde conoces a todos desde hace 15 o 20 años  y vas a pasar a uno de 35 personas, donde lo tuyo no es más que lo de los demás. En definitiva, hay que romper con una cierta comodidad, pensar en el mañana y decir a los jóvenes que queremos que se integren y cuenten con una estructura  estimulante, rica y atractiva. Y por ahí vamos.

– ¿Cómo está la economía de la Complutense tras años muy difíciles?

– Hemos mejorado en algo importante y es que la Comunidad de Madrid nos ha pagado las sentencias que habíamos interpuesto y ganado. Eso significa que tenemos dinero para ejecutar obras, inversiones, que no se habían podido acometer. Pero sólo para inversiones, porque en el gasto corriente no hemos tenido cambios, salvo los recortes debido a la crisis. La subvención nominativa que actualmente recibimos para gastos corrientes es 60 millones menos que en 2012,  y ahí no hemos recuperado nada.

– ¿Pero están más desahogados?

– Algo más que hace unos años porque la deuda está encauzada Nos acogimos al ICO y al plan de pago a proveedores y eso nos ha permitido ponernos al día mediante el pago aplazado de la deuda. También ha habido muchas bajas de personal docente y administrativo, cerca de 900 personas, que necesitamos recuperar porque las necesitamos. En el momento que hemos vuelto a la tasa del cien por cien de reposición, lo estamos intentando.

– ¿Qué porcentaje suponen las tasas en los ingresos de la Universidad?

– La aportación de los alumnos, cuyo número se ha estabilizado en nuestra universidad, apenas cubre el 20%, y eso sumado títulos oficiales y propios.

– En su opinión, ¿deben subir o bajar los precios de las matrículas?

– Hay opiniones para todos los gustos, pero creo que deben bajar hasta ser gratuitas. Yo defiendo que la universidad pública sea gratuita como servicio público de educación superior al que puedan acceder todos los que reúnan las condiciones debidas. Tenemos el ejemplo de grandes universidades europeos y americanos. Recientemente hemos tenido aquí a los rectores de la Autónoma de México, la de Sao Paulo y la de Buenos Aires, y todos decían que sus universidades son gratuitas. Es lo único que garantiza la igualdad de oportunidades  para el acceso a la educación superior. Desde que llegó el nuevo gobierno, la Comunidad de Madrid comparte esa idea y ya ha comenzado a bajar las tasas, primero un 10%, después un 5%, y el próximo curso, veremos en qué porcentaje bajan los precios.

– Pero, ¿habrá algún tipo de compensación de esos recursos que dejar de ingresar?

– La condición que pusimos las rectores de Madrid al Consejero de Educación y a la presidenta regional  fue que esa bajada de precios debía ser compensada. Y ha mantenido el compromiso las dos veces que ha actuado. El camino es bajar  y compensar con la subvención pública.

– ¿Qué piensa de la financiación universitaria por objetivos?

– Me parece bien un modelo con una parte de financiación básica, que garantice el funcionamiento de cada universidad, y otra por objetivos. Contribuiría a una mayor competencia entre universidades y a la diferenciación, porque no todas son iguales. Y en eso estamos todos de acuerdo.

– Volvamos a Bolonia como referente. Usted habla de que la edad media del personal de la Complutense es bastante alta. ¿Ha influido también esta circunstancia en la implantación del Espacio Europeo de Educación  Superior?

– Ha costado, pero Bolonia se ha implantado con normalidad, está rodando. No obstante, a veces nos hemos pasado de frenada y hemos ido a grupos excesivamente pequeños y a una dedicación presencial excesiva, que impide a los alumnos pensar y razonar más allá del día a día. En algún momento habrá que hacer alguna reflexión sobre ello. Es verdad también que, por el  contrario, se ha puesto más en valor el papel del profesor, con más horas de dedicación, y esto hace que algunos estén saturados. Creo que no es necesario que el alumno tenga 20 horas presenciales. A veces, es más una labor de ilustración y de seguimiento, que no debe exigir al alumno que esté necesariamente en una clase.

-¿Es cierto que el Espacio Europeo ha mejorado el rendimiento de los alumnos?

– Sí. El fracaso ha disminuido como consecuencia que hay una evaluación continua y se tiene  en cuenta el trabajo del alumno. Antes todo dependía del examen final.

– Un tema polémico relacionado con la estructura de los estudios es el de la duración de los grados ¿Para usted, deben ser de tres o de  cuatro años?

– Antes había carreras de cinco años y ahora se han reducido a cuatro ¿Se puede comprimir eso aún más, en tres? Muchos lo dudamos, salvo en algunos casos.

– ¿Por qué tantas dudas para adoptar una decisión?

– La reticencia viene de ahí. Muchos de los que defienden tres años están prensando en el modelo antiguo de cinco, enmascarado en el 3+2. Si lo que queremos es casi forzar a que los estudiantes hagan cinco, bueno.  Si el objetivo es que el grado tenga unas competencias profesionales, dudo de que en tres años se logre. Por ejemplo, pensemos en estudios clásicos como Derecho o Economía. Tres años, y hasta cuatro, son  insuficientes. En este debate hay una falacia y no somos claros. Si queremos volver a los cinco digámoslo, aunque con la seguridad de que un título intermedio no servirá de nada o de muy poco. Si queremos un Grado con competencias profesionales reales, menos de cuatro años es imposible. Por tanto, 3+2 ahora y así, no; igualemos primero las tasas del Master y las del Grado y, después, entremos en el debate de los cinco años.

– La comparación con otros sistemas provoca confusión…

– En efecto, existe una cierta confusión internacional, porque si bien en Europa muchos países optan por grados de tres años, en el Continente americano, tanto en el norte como en el sur, y en Asia el modelo es cuatro. Es decir, el modelo estándar de tres años nunca es cierto. Sinceramente, mucho de  lo que  hay detrás del tres es que se está pensando en el cinco, 3+2 años.

– ¿Qué decir de las universidades temáticas?

– A mí, personalmente, no me gusta la fórmula porque, de alguna manera, lo temático es contradictorio con el sentido de la Universidad, que es abierta y universal, y debe acoger todos los saberes.

– En relación con el gobierno de las universidades, ¿cambiaría el modelo?

Creo que hay que simplificar la burocracia y las estructuras, lo que no significa cambiar la forma de elección del rector. La elección democrática es perfectamente compatible con la rendición de cuentas. La decisión de la universidad otorga un sentido de pertenencia y de legitimidad al elegido.

– En los últimos tiempos, da la impresión de que la Universidad española ha perdido vitalidad…

– Es posible, aunque la está recuperando. Es verdad que de alguna manera se había encerrado en un corsé académico que disminuía su participación social o política. Ahora está volviendo a ser protagonista y se oyen sus mensajes en las cuestiones que atañen a nuestra sociedad. Creo que se mira de nuevo a la Universidad como referente y voz autorizada en la interpretación y resolución de los grandes interrogantes de nuestro tiempo, y se pide su implicación. Se ha reavivado la necesidad de voces solventes como la de la Universidad, no mediatizadas ni condicionadas por el poder político o económico.

– Tal vez a los políticos les convenía ese silencio…

– Sí, probablemente no querían escuchar la voz crítica de la Universidad, que sigue siendo independiente y nunca será silenciada.

– Para finalizar, hablemos de polémico tema de los rankings. ¿Por qué en muchos de ellos la Complutense no aparece en el lugar que merece?

– Porque los rankings están muy mal hechos. Los indicadores que se aplican en todas las universidades, no solo en la Complutense, no son los adecuados. Nosotros vamos  a seguir trabajando y ya hemos creado una unidad, el Centro de Inteligencia Institucional, con el objetivo de tener información de datos hacia el exterior de cara a los rankings, y a la vez, hacer retrospecciones para tomar decisiones objetivas. Algunos rankings no se sabe muy bien cómo abordarlos y en general cada vez se utilizan menos para elegir carrera.

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