Viajar a Llanes y dormir en el Sablon

15/06/2017

Carmen Duerto.

A un hotel se le pueden pedir muchas cosas, pero cuando está situado a pie de playa, con vistas al mar, justo en la subida a uno de los paseos más bonitos de la Costa Cántabra, el paseo de San Pedro de Llanes, y el personal te trata como si fueras de la familia, lo accesorio sobra y en torno a ese hotel, gira la visita a Llanes.

La villa marinera de Llanes tiene muchos reclamos para ser visitada, sea por ver su casco antiguo, que ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico, su pequeño puerto marinero y de recreo, donde se encuentra la lonja de pescadores que merece una visita y Los Cubos de la Memoria, la obra del artista vasco, Agustín Ibarrola. Como toda villa cuenta con sus casonas de indianos con sus palmeras y sus edificios nobles. Sirvan de ejemplo; el Palacio de Posada Herrera, el Palacio del Duque de Estrada, el Palacio Partarríu, donde se rodó la película El Orfanato o el Palacio de Gastañaga. Por cierto, que alguno de ellos necesita una intervención urbanística urgente.

Muy recomendable es hacerse una caminata por el paseo de San Pedro que parte de la playa del Sablón y data del año 1847. Ahora es un sendero de varios kilómetros de hierba bordeando los acantilados. Fueron los propios habitantes de Llanes, los que con pico y pala hicieron transitable como paseo un paraje lleno de rocas.

Como alojamiento, es más que recomendable el hotel Sablon de Llanes. Un tres estrellas espartano y sencillo. Un hotel sin pretensiones pero cómodo porque lo mejor está en su ubicación, sobre las rocas de la playa del Sablón y en el casco antiguo. Uno llega al hotel, guarda el coche en el garaje y se olvida de él porque a todos los sitios en Llanes, se va mejor andando.

Sus 40 habitaciones se reparten en dos plantas. Todas tienen televisión, caja fuerte, minibar y un restaurante con vivero propio de mariscos. Lo mejor son sus vistas a la playa y dormir arrullado por las olas, impagable. Hotel Sablón www.hotelsablon.com 985 400 787.

Y para comer, yo reservaría para todos los días de mi estancia en Llanes, en el restaurante La Marina, con vistas al puerto, donde se come el pescado que hayan obtenido en la mar ese día. Además de los mariscos, que son para hacerles fotos y llevarlas en el álbum de la memoria gustativa, el trato no puede ser mejor. No hay guisos sofisticados, ni pruebas para los sentidos. Es comida de villa marinera de toda la vida. Y quién sabe, si uno tiene suerte, puede coincidir con la familia del peletero Miguel Marinero, que celebró su último cumpleaños en Llanes y fue todo un acontecimiento social, y entonces, su parada gastronómica se verá enriquecida.

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