Seis años después de su creación, España sigue sin firmar el convenio por el trabajo doméstico de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, el caso español no es una excepción. Casi un 90% del total de los países se han negado hasta el momento a ratificar el texto, que, solo en España, daría cobertura a unas 700.000 trabajadoras – muchas de ellas inmigrantes – al frente de tareas domésticas y del cuidado de personas.

La negativa de España a ratificar el convenio internacional tiene consecuencias negativas para la trabajadoras domésticas en nuestro país. Retrasa por un lado su equiparación en derechos con el resto de trabajadores. Y ahonda en la invisibilidad de este colectivo, según señalan desde CCOO.

El sindicato estima que unas 700.000 personas trabajan en España en el sector del trabajo doméstico. Sin embargo poco más de 425.000 cotizan en el régimen especial de empleados del hogar (REEH). El resto se corresponde con trabajo en negro, no declarado, y por lo tanto sin derechos.

De ellos, algo más de 405.000 son mujeres; un 56,7%, españolas; y 175.000 más, extranjeras.

Puerta de entrada

“El trabajo doméstico ha actuado como puerta de entrada en el mercado de trabajo español para el colectivo de mujeres migrantes”, apuntan desde UGT.

También ha actuado como un sector refugio durante los años de la crisis. No en vano, en 2007, el 3,2% de las mujeres afiliadas y en alta en la Seguridad Social lo estaban en el régimen especial del hogar. Hoy, ese porcentaje se ha incrementado hasta el 5%.

Contribución significativa

El convenio 189 de la OIT que España se resiste a firmar destaca la contribución “significativa” del trabajo doméstico a la economía. Permite, por un lado, que otras familias, al dejar atendidos a sus menores o ancianos, y satisfechas sus labores domésticas, vean crecer sus posibilidades de hallar empleo remunerado.

Supone además un “aporte sustancial” a las transferencias de ingresos en cada país, y entre los diferentes países del mundo, señala el texto aprobado por el organismo dependiente de la ONU.

Sin embargo, el trabajo doméstico sigue siendo “infravalorado e invisible”, añade el texto. En parte debido a que es realizado principalmente por mujeres y niñas, y además migrantes muchas de ellas, señala. “Son particularmente vulnerables a la discriminación”, apunta.

“España es en términos generales uno de los países que más convenios de la OIT ha ratificado. Sin embargo, en el caso concreto del Convenio 189, las autoridades españolas se están resistiendo a equiparar los derechos de las trabajadoras domésticas con los del resto de trabajadores, lo cual resulta inadmisible si queremos considerarnos un país avanzado”, critican desde CCOO.

“Debemos impulsar que condiciones tales como la protección por desempleo, la prevención de riesgos y la formación especializada sean condiciones normalizadas para este colectivo”, concluyen.