‘La respiración’: Promesas incumplidas

21/06/2017

Luis M. del Amo. Sanzol prorroga en La Abadía su obra ganadora del premio Max.

Con texto y dirección de Alfredo Sanzol, ha vuelto al Teatro de la Abadía La respiración, la obra que se alzó con el premio a la mejor autoría en la pasada edición de los Max. Con un par de cambios en su elenco, la obra se centra la traumática separación amorosa de su protagonista, Nagore, y en su viaje hacia la redención. Excelentemente interpretada, la obra sufre sin embargo en mi opinión algunos desajustes en su estructura.

Tras prorrogar su exhibición, la comedia permanecerá en cartel en La Abadía hasta el próximo 2 de julio. Construida sobre un solo escenario, las escenas se suceden en torno al conflicto en que vive su protagonista, una mujer casi en la cuarentena que tras quince años de relación ha roto con su pareja, padre también de su hija.

Tras describir minuciosamente su estado, la protagonista cuenta la historia de la solución que encontró para superar la situación. Una salvación que llegará a partir de su madre, una peculiar exhippie. Y de la relación que la protagonista establecerá con la pandilla de su madre, partidaria esta del poliamor y enrollada de hecho con todos y cada uno de los miembros de este grupo humano.

Promesas incumplidas

Nada que objetar moralmente a esta situación. El problema sin embargo llega cuando, en cierto punto, el interés se volatiliza. Y ese momento sucede en un preciso instante. El momento en que queda claro que no habrá desarrollo para ese múltiple enredo amoroso.

A partir de ese punto, ya digo, mi interés se despeña, del mismo modo que la obra se precipita hacia una brusca resolución. Y es que quizás, no lo sé, esta obra debiera haber durado un par de horas más. El caso es que, después de esa quiebra de la atención, no pude evitar cierta decepción al llegar al final. A pesar de su bella resolución.

Trato de explicarme dónde radica ese desinterés. Y no hallo otra solución que en la cualidad fantasmal de la ‘troupe’ salvadora. Quizás yo esté miope, pero no acierto a comprender qué tipo de salvación le ofrecen a Nagore. De no ser el puro roce físico, que no es poco. Pero que, en este caso, es más metafísico que físico; no sé…

Llegado ahí, me surgen además otros reparos, ligados siempre a lo mismo; a cierta artificialidad en el planteamiento de fondo. La protagonista traba contacto con una serie de parejas de diferentes edades. Y eso ofrece una visión de conjunto del problema. Pero yo veo, desde el punto de vista de la protagonista – que es el que importa – esa solución como muy cerebral.

Brillante elenco

Aun así, hay que destacar en la obra de Sanzol los múltiples aciertos, que van desde la magnífica interpretación de sus actores, hasta la adecuación del texto a la exploración de los sentimientos y situaciones que se recrean.

Magnífica es la interpretación de todo el elenco, Veronica Forqué, José Ramón Iglesias, Nuria Mencía, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela. Aunque, si hay que destacar a alguno, esa sería la socarrona Nagore que sirve Nuria Mencía, brusca y directa, lúcida en su confusión, así como la madre que encarna una espléndida Veronica Forqué, ajustadísima en sus réplicas, en plena forma, y brillante en los tonos, especialmente cuando su personaje miente.

Muy recomendable, a pesar de las promesas incumplidas.

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