La marca Casa de Alba, está registrada y gestionada por Cayetano Martínez de Irujo, hermano pequeño del actual duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart. No coinciden los apellidos porque el primogénito de Cayetana, invirtió el orden para no perder el paterno, que les entronca con los Estuardo ingleses. Así es como el jinete de los Alba se está ganando la vida, con la gestión de la marca registrada por él. La Casa no recibe ningún royalty de la explotación de los productos que llevan el nombre del título principal del primogénito de Cayetana Fitz-James Stuart. La única cláusula que se puso para su explotación fue la de la “mera lógica”, como nos señala uno de los artífices del contrato, “son hermanos y entre ellos existe la confianza de no usar el nombre para algo que no sea adecuado es improbable que lo veamos convertido en línea de lencería, por ejemplo”. La marca Casa de Alba nació enfocada a explotar productos gourmet, que fundamentalmente se producían en las fincas de la familia, hoy repartidas entre los seis hermanos. Pero ese plan inicial de explotación, Cayetano, su gestor, está pensando en ampliarlo a otras líneas de producto, como pudieran ser vajillas o cuberterías. Aún no hay nada concreto pero sí unas cuantas propuestas encima de la mesa que se están estudiando y que en unos meses podrían ver la luz. No hay prisa, además, Cayetano ha retomado los concursos hípicos tanto como participante como con su hijo y eso, más la promoción de sus viandas, le hace viajar constantemente.

La Casa de Alba es una de las familias más famosas y populares de España. Su origen se remonta al siglo XIV y su nombre viene del ducado de Alba de Tormes en Castilla. Y más allá del brandy Gran Duque de Alba, que no registró la familia de los Alba, sino Ruiz Mateos y que al ir renovándolo cada diez años, la familia no puede hacer nada por recuperar esa marca-nombre y por tanto, tampoco reciben nada por su explotación comercial. Lo cierto es que, más allá de ese brandy, no se les conocía intención de explotar su nombre como marca comercial, hasta que Cayetano lo registró para denominar una línea de productos gourmet, cuya materia prima saldría de las fincas de la familia. Así las aceitunas para el aceite se obtienen de la finca que el propio Cayetano explota en Córdoba o las carnes que llegan de siete fincas que poseen los Alba en Salamanca. Por cierto, uno de los hermanos, Jacobo, tiene ganado pero al parecer, no quiere vendérselo a Cayetano.

El pequeño de los varones Alba, registró la marca en el registro de marcas y patentes de acuerdo a la ley de marcas españolas, donde tuvo que identificar el servicio o producto que quería explotar. La marca mientras se vaya renovando cada 10 años no expira y si él quisiera licenciarla a otros productos podría hacerlo, mediante un contrato privado de explotación de la marca por el tiempo que se determinase y los royaltis se pactarían a tanto alzado.

La Casa de Alba cuenta con un importantísimo patrimonio artístico y un deseo por seguir conservándolo, para ello tiene que generar recursos que lo hagan posible, más allá de las rentas que hasta ahora les ha permitido conservarlo. La nueva generación, al frente de la Casa, es consciente del activo económico que su patrimonio inmovilizado y su buen nombre, les puede generar. De ahí que, la Marca Casa de Alba y el apellido nobiliario de la familia sean dos realidades distintas aunque relacionadas, porque está aceptado por el actual duque, Carlos Fitz-James Stuart, que sea Cayetano el que lo explote directamente y sea ésta la fuente principal de ingresos del duque de Arjona. El lanzamiento de la marca Casa de Alba, coincidió con la voluntad de compartir los bienes de la familia con el público, de ahí la apertura parcial del palacio de Dueñas a visitas o la exposición de parte de su patrimonio artístico en el palacio de Correos en Madrid. En el futuro más de uno podrá comer en vajillas Casa de Alba o trinchar el filete con unos cubiertos de rancia solera y por qué no, una línea de lencería de hogar.