Los niños han empezado unas largas vacaciones y la pregunta que se hacen muchos padres (sobretodo si tienen la suerte de trabajar) es qué hacen con sus hijos, especialmente los más pequeños que no se pueden quedar solos, durante este periodo. En muchos casos es la hora de los abuelos y no es de extrañar ver cómo estos, con sus nietos, ocupan plazas y zonas recreativas. Casi se puede decir que las ciudades están ocupadas… por jubilados y pequeños durante buena parte del día… pero las familias que no tienen un abuelo a mano ¿cómo se lo hacen?

Cierto es que muchos centros e instituciones ofrecen actividades estivales, colonias, actividades extraescolares… pero estos tienen un coste económico que no todas las familias pueden asumir, y aunque instituciones sociales tratan de paliar esta situación no parece que estén en condiciones de llegar a las numerosas familias que carecen de recursos para ocupar las horas no lectivas de sus hijos.

Pero actividades lúdicas aparte hay otro problema mucho mayor que es la alimentación de muchos niños. Durante el curso escolar las becas comedor solucionen no pocos casos, pero en verano las familias con pocos recursos pueden tener serios problemas para alimentar a sus hijos y muchos más para darles una dieta equilibrada.

Lamentablemente pocas instituciones son sensibles a este problema, bien por que no tienen los suficientes recursos para abordarlo o por que tienen otras prioridades.

Sería bueno que estas administraciones tan propensas a dilapidar dineros públicos (corrupción aparte) destinaran parte de sus recursos a que ningún niño no tuviera garantizada tres comidas diarias, incluso en épocas vacacionales.