El arte del maquillaje en la banca

07/07/2017

Miguel Ángel Valero. "De buenos banqueros a malos banqueros", de Aristóbulo de Juan, el mayor experto mundial en crisis bancarias, explica lo que está pasando en el sector.

«De buenos banqueros a malos banqueros» (Marcial Pons, 215 páginas, con prólogo de Fernando González Urbaneja) es el legado que nos deja Aristóbulo de Juan, exdirector general del Banco de España y probablemente el mayor experto mundial en crisis bancarias. Es un libro que debería ser de lectura obligatoria para gestores, supervisores y reguladores del sistema financiero. Y también para los periodistas que escribimos sobre la banca.

Porque es un libro que no tiene desperdicio (el único reproche que se le puede hacer es que el título repite innecesariamente la palabra banqueros, yo lo hubiera titulado «De buenos a malos banqueros»). Que demuestra que la quiebra de un banco no suele deberse a una crisis económica, sino a una mala gestión, a la que sigue el ‘maquillaje’ para ocultar ésta, para luego realizar operaciones a la desesperada, muchas de ellas fraudulentas, hasta terminar en el descalabro .

Aristóbulo de Juan, que a sus 84 años mantiene una envidiable vitalidad intelectual, ha dedicado más de medio siglo a la banca, primero en el Banco Popular (ahora absorbido, tras una polémica intervención de la Junta Única de Resolución del BCE, en el Santander); luego en la Corporación Bancaria (conocida como el ‘hospital de bancos’ y germen del actual Fondo de Garantía de Depositos), en la Dirección General de Supervisión del Banco de España, desde donde tuvo que gestionar una crisis bancaria que no tiene nada que envidiar a la actual; el Banco Mundial (como asesor para la reforma financiera de países emergentes y para la solución de crisis). Desde 1989 tiene un despacho especializado en supervisión y en bancos con problemas. Vamos, que sabe de lo que escribe.

En realidad, «De buenos banqueros a malos banqueros» es una compilación de documentos sobre lo que Aristóbulo de Juan llama «patología bancaria» para «dejar un testimonio escrito de lo que han sido mis principales hallazgos e ideas en este campo». Es un manual «de cabecera», basado en la experiencia, que es precisamente lo que proporciona valor añadido al libro.

Un manual que enseña el maquillaje («cuando un banco va bien, es transparente; cuando tiene problemas, los maquilla«, nos enseña Aristóbulo de Juan) , esas «siemprevivas», operaciones de crédito «que aunque están averiadasa se maquillan y siguen generando solo contablemente intereses ficticios y apariencia de solvencia», que «son como la basura bajo las alfombras». «Cuando un banquero desea reducir las provisiones para hacer posible un nivel dado de beneficios y dividendos, no clasificará los créditos incobrables como vencidos o morosos, sino que los renovará sistemáticamente», generando una bola de nieve que conduce al desastre.

La «gestión de maquillaje consiste en la ocultación de las pérdidas presentes y pasadas con el fin de ganar tiempo y seguir reteniendo el control, mientras se buscan o se esperan soluciones», explica.

La lección más importante, y más actual, como demuestra el caso Banco Popular, es que cuando una entidad tiene problemas de liquidez, lo que hay detrás es una «realidad de insolvencia». Más claro: «la insolvencia precede invariablemente a la falta de liquidez«.

Pero Aristóbulo de Juan deja más lecciones en las condensadas 215 páginas de su libro. Entre ellas, ésta: «cómo la naturaleza humana, la psicología y el comportamiento del hombre juegan un importante papel en la marcha de los negocios y, por supuesto, en la banca». Porque «los buenos banqueros, cuando se ven en apuros, se convierten frecuentemente en malos banqueros«. Esos que tienen «tendencia a utilizar al banco como un instrumento para financiar sus negocios con independencia de que puedan devolverse los créditos y a concentrar en dichos negocios una parte considerable del crédito concedido por el banco».

O los que caen en el error de querer «ser el más grande», «incluso corriendo el riesgo de reducir la rentabilidad o estabilidad del banco«.

También muestra que, detrás de la quiebra de un banco, hay «una mala gestión y una supervisión ineficaz».

Cambiar a los gestores

Aristóbulo de Juan no se limita a diagnosticar al enfermo. También indica lo que hay que hacer para curarlo, poniendo todo el énfasis en la medicina preventiva. «Para curar un banco enfermo aportar capital es necesario pero no es suficiente. Es casi siempre necesario, también, cambiar a los administradores y gestores que fueron responsables de la situación anterior, aunque sean competentes y honestos», señala. «No se puede inyectar dinero en una entidad a favor de los propietarios o gestores que causaron o permitieron su quiebra», insiste. «Los malos banqueros no deben ser salvados en ningún caso«, remarca.

La supervisión de un banco «debe dar prioridad absoluta al análisis de la calidad de los activos y a los riesgos de interés, antes incluso que a la vigilancia estricta del cumplimiento de las normas». «La normativa debe ser dura, pero sencilla y realista. Y, por supuesto, estable», asevera el autor.

Para Aristóbulo de Juan, «una regulación prudencial mala y una supervisión poco exigente» son el «caldo de cultivo de una mala gestión». «La supervisión es más importante que la regulación» y debe centrarse en captar «prontamente» los problemas «a tiempo de aplicar medidas correctivas eficaces». Porque «nada acaba resultando más caro que la ausencia de una buena supervisión«. Y porque «se ignora que cuando una entidad tiene problemas serios procura ocultarlos». A veces «con la tolerancia del supervisor«. «Cuando las cosas no van bien o incluso empeoran, aplazar las soluciones suele ser contraproducente. Incluso suicida», avis

Más lecciones: «la falta de transparencia no es un simple incumplimiento de un tecnicismo contable, sino una grave falta ética» que «puede ser un factor clave en la ocultación de una crisis, en su agravamiento y en la demora en su tratamiento».

La intervención de un banco «está claramente justificada» cuando pretende «evitar un deterioro creciente e incontrolado de una entidad, un coste público, una distorsión del mercado, y el posible fraude».

Grande, difícil de gobernar y de supervisar

La parte final de la obra la dedica Aristóbulo de Juan a las fusiones. Y deja algunas advertencias: «cuanto más grandes, son más difíciles de gobernar, de supervisar y de resolver». «Por tanto, están condenadas a sobrevivir en el mercado aun estando muy enfermas. Pueden ejercer incluso una influencia negativa sobre el supervisor, cuyas manos están de hecho atadas por la casi imposibilidad de tratar estas situaciones con medidas drásticas».

«Los Gobiernos y los supervisores pueden encontrarse condicionados por las entidades creadas por fusiones desacertadas, efectuadas bajo su impulso o su bendición. De manera que prácticamente no ejercerán las acciones correctivas, por necesarias que resulten», avisa Aristóbulo de Juan.

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