El amplio espectro de la sexualidad femenina: destruyendo tabúes a favor de una auténtica liberación femenina

18/07/2017

diarioabierto.es.

¿Por qué sigue siendo un tema delicado hablar de la sexualidad en general y en particular de la femenina? La historia nos muestra claramente la difícil evolución del tema, siempre teñido de tabúes de corte político-religioso, por lo general relacionados con el manejo del poder. Es por esta razón que quizás siga siendo difícil hablar en voz alta de sexo en general y en particular, del uso de distintos juguetes eróticos para la mujer, como consoladores, vibradores, lubricantes, masturbadores vaginales y anales, todo aquello que contribuya a que la mujer se pueda relacionar abiertamente y sin ningún tipo de tapujos con su propia sexualidad, en la búsqueda de sensaciones y placeres que le sean válidos. Y no sólo con la ayuda de los juguetes o accesorios eróticos, sino también a través de la estimulación, el placer del juego previo, lo picante, en donde la lencería erótica, los adornos y vestimentas específicas pueden jugar un papel fundamental.

Resulta curiosos descubrir cómo aún hoy, en pleno siglo XXI, continúa la batalla; en algunos países y de acuerdo con su estructura sociopolítica y religiosa, la dominación y el abuso por parte del hombre son claros y brutales: desde la mutilación de los genitales hasta la venta de niñas para el matrimonio, desde la trata hasta el burka. En definitiva, de uno y otro lado del planeta, todo se reduce a una serie de juegos de dominación, más o menos encubiertos, en donde el hombre es dueño, señor y protagonista y la mujer queda como un mero objeto al servicio de las funciones y placeres que el hombre predispone para sí.

Por eso es tan importante seguir luchando en pos de la apertura mental y de la consideración y aceptación, desde el punto de vista fisiológico y psicológico, de todos los aspectos de la sexualidad femenina.

Si recorremos la historia, vemos como después hay un período donde mujeres y hombres compartían abierta y explícitamente sus deseos sexuales y juegos eróticos. Basta con ver los motivos de las ánforas griegas, explícitamente sexuales o las decoraciones murales en las casas de Pompeya, Italia, donde representaciones de todo tipo de juegos eróticos entre personas de igual o distinto sexo acompañaban casi todos los dormitorios de las casas, a modo de nuestra actuales revistas o vídeos de estimulación sexual. De allí se pasa, a una suerte de oscurantismo, de raíz religiosa y política, que domina la vida de los primeros 1500 años de la era cristiana. La mujer queda relegada a la procreación o servitud o es encerrada en conventos y casas de cura.

En el siglo XX, el vuelco que da el Dr. Sigmund Freud y su descubrimiento del inconsciente de la libido, abre una serie de preguntas sin respuestas que replantean no sólo el rol de la mujer en la sociedad, sino su transitar por el mundo en términos de salud y enfermedad (recordemos que Freud es el primero en estudiar a fondo y elaborar un tratamiento para la Hysteria, cuya sintomatología, típica de la era victoriana, el desmayo, obedecía simple y sencillamente a cuestiones reprimidas de la libido).

La mujer va descubriéndose poco a poco y tomando dominio de sí misma; y así nace la liberación femenina y, con la aparición de la píldora anticonceptiva, surge por primera vez la opción de vivir una vida plena a nivel sexual que sea completamente independiente de la función de reproducción.

El camino hacia una mujer liberada, que está en contacto consigo misma, sus deseos y necesidades y que pueda abiertamente relacionarse con su sexualidad se está aún construyendo. El paso de objeto a sujeto, de ser “objeto de deseo” a “sujeto que desea”  coloca a la mujer en otra posición y le permite construir una nueva identidad.

El autoerotismo, antiguo como la historia de la humanidad, es cada vez menos un tabú y la mujer liberada sabe que puede explorar su libido tanto en pareja como en solitario. Tanto los juguetes eróticos, como la lencería, y la literatura erótica van abriendo el sendero a la plena aceptación de la sexualidad en todas sus fases y características.

Y una de las preguntas claves cuando avanzamos en este sentido sigue siendo ¿cuánto se está en contacto con la propia sexualidad, desde un lugar de respeto, aceptación y escucha? Respeto por cada una de las fases (de exploración, de meseta, de bajada de libido) y aceptación, sin prejuicios, de las verdaderas necesidades, de la apertura al placer y al erotismo como partes fundamentales de la totalidad de cualquier ser humano.

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