Andrea Levy en La casa de Bernarda Alba

10/08/2017

Joaquín Pérez Azaústre.

El viejo tema de Andrea Levy reivindicando a Federico García Lorca me recuerda a Aznar citando a Manuel Azaña y posando junto a los manuscritos de Luis Cernuda en la Residencia de Estudiantes. Tiene todo esto algo de postureo y de apropiación indebida para buena parte de la izquierda, cada vez más desmembrada en fragmentos difusos de su propio retrato. Ha dicho Andrea Levy, rostro joven del PP, que leer La casa de Bernarda Alba le hizo ser “reivindicativa y revolucionaria”. Y claro, se le han echado encima todas esas gentes –de la izquierda y de fuera de la izquierda- que andan deseando que cualquiera saque los pies –en este caso, botines negros a juego con la chupa de cuero para las apariencias progresistas- y recordarle el origen, esa carga de rancia identidad que no se puede pulir con las citas ocasionales. Porque el asunto es el siguiente: Federico García Lorca, poeta homosexual, es asesinado por el bando franquista durante la guerra civil, bando que ejerce una dictadura sobre los derrotados –el bando de Lorca, o sea- durante 39 años y los primeros de la Transición, a sangre y fuego; parte de ese bando funda un partido con credenciales democráticas improvisadas, Alianza Popular, que después se transforma en el PP, donde milita Andrea Levy; ergo García Lorca es patrimonio de la izquierda, sólo puede ser reivindicado por ella, y los herederos del bando de sus asesinos no tienen derecho ni siquiera a nombrarlo.

Por supuesto, no afirmo que esto último sea así; pero todo subyace detrás de la polémica, todo esto está también detrás del tweet de Pablo Echenique -“Yo te entiendo, Andrea Levy. A mí Oliver y Benji me hicieron delantero centro y también se me ríen cuando lo cuento. ¡Ánimo, camarada!”- que imagino aplaudido, a partes iguales, por su ruda ironía y su capacidad para burlarse hasta de su sombra, lo cual denota ingenio y un sentido del humor admirable. En parte, lo expuesto arriba es cierto: Federico García Lorca, como Miguel Hernández, Antonio Machado y tantos otros, siempre van a mantenerse más cercanos a una sentimentalidad izquierdista y solidaria que a cualquier derecha, vieja o nueva. Dicho lo cual, ¿qué futuro queremos, y qué partido conservador deseamos en España? Ya sé que este PP llevo al Constitucional la ley del matrimonio gay –Lorca, poeta maldito, escribió Umbral; Lorca, poeta gay-, ya sé que desde el Gobierno han machacado el mundo de la cultura con el IVA, ya sé todo eso; pero cuando se pasa de fachoso, porque se pasa de fachoso; y cuando da pasos hacia otra dirección –aunque sólo sea por maquillaje-, descreimiento y caricatura general.

Sea cual sea la intención de Andrea Levy, le guste o no García Lorca, creo que este país mejorará cuando dejemos de estrangularnos con las etiquetas. Claro que ahí tenemos a Pablo Casado –otra cara “moderna” del PP-, mofándose de “las batallitas del abuelo” para referirse a los asesinados en cunetas y la ley de memoria histórica, y también Andrea Levy tiene que convivir con esa contradicción. Pero entre una gente de derechas que haya leído a García Lorca y lo sepa citar, y otra, la de Mayor Oreja, que aún recuerda el franquismo como “un tiempo de extraordinaria placidez”, me quedo con Andrea Levy y su lectura de La casa de Bernarda Alba. Pablo Echenique, por desgracia, nunca jugará de delantero; pero Andrea Levy y otros como ella están a tiempo de construir la derecha no revolucionaria, sino europea y moderada, ilustrada y abierta que nunca hemos tenido en España. Lorca, mientras tanto, vuela por encima de todos nosotros.

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