En más de una ocasión se oye decir que si las cifras del paro fuesen reales, la gente habría tomado las calles y no con “el buen rollo” que caracteriza las sentadas que se iniciaron el 15 M. Más de uno piensa que esto no sucede porque muchos de los que figuran como desempleados perciben dinero negro, lo que viene a denominarse economía sumergida. Algo de cierto debe de haber en estas impresiones cuando, según el último informe de Funcas, la economía sumergida representa en nuestro país más de un 21% del PIB. Mientras, la oficial se duplicó entre 1980-2008, la sumergida se multiplicó por cuatro y provocó, en el mismo periodo, una pérdida de recaudación para el fisco del 5,6% del PIB.

Los autores subrayan que el crecimiento en la economía sumergida coincide con un periodo de fuerte crecimiento de la actividad económica oficial y consideran que estos incrementos se pueden atribuir a motivos fiscales (en el periodo analizado se produjo una elevación de los niveles de presión fiscal). Los expertos hacen hincapié en que no se puede considerar la economía sumergida como una parte consustancial de nuestra vida económica ya que, a largo plazo, supone un duro lastre.

Otro de los ensayos publicados por Funcas trata sobre los empleos públicos en nuestro país. Así, en diez años, desde 2000 hasta 2010 se ha producido un incremento aproximado de algo más de 400.000 empleados públicos, concentrándose dicho aumento en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. ¿Dónde ha crecido más? En Andalucía (más de un 18%), Cataluña (18%) y Madrid, 11,3%. El peso del empleo público en nuestro país se encuentra en la media de la OCDE, alrededor del 13% de la población activa en 2005).